*Destino, (según una de las definiciones):
Fuerza supuesta y desconocida que determina lo que ha de suceder,
hado, sino.
Siempre se habló y en tiempos que muchos comentarios no trascendían,
ante la carencia de medios de comunicación sobre este término. Es de imaginar
que cada uno de los reinos, más los elementos naturales que forman parte del
universo, comenzaron a tener vida y/o una forma de tal. Cada uno con su
destino: vivir, morir, salvo algunos fenómenos naturales los cuales y desde
remotos tiempos están llamados a perdurar, mares, ríos, montañas.
Naturalmente el que corresponde al hombre, es al que se le presta mayor atención. Todo
tiene que ver con todo y no puede concebirse uno sin el otro, siempre aplicando
el sentido común.
Cuando la necesidad del hombre transgrede impúdicamente lo que la
naturaleza le ha brindado y lo sigue haciendo, aparece como elemento subyacente
y muestra todo su rigor el inevitable destino que lo involucra junto al medio
agredido.
Destino, quién pudiera imaginar la marca, señal o impronta que tiene
como protagonista principal al hombre. A éste le cabe la enorme responsabilidad
de velar por la calidad de vida no solo de sus congéneres, sino de todo lo que
lo rodea y que forma parte de su calidad de vida.
Nace el hombre condicionado a generar etapas, transitando por la vida
guiado precisamente por el destino que lo acompañará hasta el final de sus
días. Lo que vivió y lo que le resta está sujeto al sino, adherido a él desde
que llegó al mundo, más precisamente desde su nacimiento.
Desde luego que ignora lo que le deparará el futuro, más allá que
conlleva como una marca invisible, la presencia de su destino. No se puede
dejar de reconocer que en determinadas circunstancias, no deja de pensar que pondrá
en riesgo su propia vida y se comentará: destino marcado. Llegamos a este mundo
con los derechos y deberes nos son impuestos, no estamos solos,
consecuentemente obedecemos pautas para el tránsito por la vida.
Pero todo en paralelo no solo con el devenir de los tiempos, la
sociedad nos obliga a comportamientos conforme un imaginario programa que nos
ha sido impuesto precisamente por la vida. A unos de una manera, a otros de
otra, pero inevitablemente él.
Nadie podrá escaparse, ya sea ocultándose o pretendiendo modificar lo que
tiene asignado, transitando una etapa que lo trastorna sobremanera. Tendrá que
aceptarlo y convivir con él pues no le queda otro remedio.
Todos los que se fueron, más los que estamos, tuvieron y tenemos el
destino marcado. Unos prácticamente no tuvieron ni tienen severos pesares.
Otros en cambio, la vida fue soberanamente pesada, cruel a veces, con más
tristezas que alegrías y con una mochila, en el primero de los casos, harto
cargada y que tal vez por ignorancia o por falta de aceptación, no supieron o no saben aligerar.
En la antigüedad, más allá que los problemas lo abrumaron, la carga en
exceso debía ser soportada, habida cuenta que los tiempos en cuanto a la
idiosincrasia de una sociedad con diferentes hábitos, así lo determinaba. Los
tiempos modernos predisponen al hombre a tomar decisiones heroicas cuando el
intento o la concreción de ellas están a su alcance. No es, creo, que se
enfrenten al destino. Éste ha determinado que así proceda. El hombre por sí
solo no lo logra, está orientado, secundado, y respaldado por el sino con el
cual nació.
Todo ser humano ha sido signado para que transite etapas hasta el
final del recorrido para lo cual y sin saber lo que le espera dentro de unas
horas, tal vez su derrotero esté marcado por una desconocida brújula y un
oculto faro para que lo acompañe permanentemente.
Destino, siempre el destino, oculto, pendiente, sobre él cual apunta
la espada de Damocles, más allá de que
esta comparación tenga otro sentido.
Un ejemplo: para muestra en la compra de un adminículo, el botón: hace
falta uno. En este caso el mío- qué
mejor?- no he escapado a las generales de ley. Casi en el ocaso de mi vida,
jamás había pasado por mi cabeza convertirme en escritor y ya está. El destino
lo ha determinado así. Hubiera imaginado yo, que en el comienzo de mi adultez
mayor tendría la capacidad de semejante logro?. Será del destino que así haya
sucedido e igual si consigo contar con la adhesión del público. Obviamente no
poseo ese hado del que se habla como para que me acompañe y obedezca a mis
requerimientos. Por obra de aquel hoy me siento feliz realizando lo que me
agrada. Claro que sigo adelante, hay un camino trazado que recorro dejándome
llevar.
Destino, al mío hoy lo imagino como una vela encendida en el más allá
que comenzó a arder apenas llegué al mundo. Hoy no sé por cuánto tiempo será.
Pero es en vano preocuparse, el momento final llegará cuando se termine el
fulgor de la vela. No lo veo, pero esa luz que acompañaba mi vida, ya no podrá
acompañarme más, el apoyo, la brújula o faro orientador dejó de funcionar. Se
encenderán otras que marcarán el destino de cada uno de los seres que vayan
naciendo. Y así, fue, será y seguirá siendo indefinidamente.
De cada niño que nace, sus progenitores viven teniendo sueños,
imaginando al compás de su crecimiento. De una u otra manera el hado de cada
uno irá determinando qué será de él. Cada día que pasa el ser humano tiene
determinado un proceso a cumplir. Por cuando tiempo se mantendrá igual, nadie
lo sabe.
Inevitablemente todos pasamos acompañados por él. Lo que realmente no
podemos entender y en muchos casos no aceptar, es el hecho de que cada uno
tiene echada o sellada su suerte. A unos los somete a una impresionante carga
emocional y/o física debiendo soportar padecimientos que jamás hubieran imaginado.
La gran pregunta: porqué a mí?. Una respuesta que proviene de ciertas
corrientes de opinión religiosa expone: y porqué no a ti?. Sí, difícil de
aceptar. Entiendo por estar ilustrado al respecto, que la premisa particular
del ámbito protestante es que se ha hecho la voluntad de Dios y que es
inobjetable: Él da la vida y es dueño de quitarla como también de que sus hijos
acepten esta instancia: la del constante padecimiento. Una cultura diferente a
otras.
Andando la vida y a mayor cantidad de conocimientos que se adquieren, nos
damos cuenta que de que el destino marcó y lo sigue haciendo, el camino a
seguir. Hasta ha decidido nuestro término de habitación en ella, que puede ser
hoy mismo.
Pero hay una instancia tan antigua como el mundo y tiene como protagonista
principal al destino. Hago hincapié en un dolor inimaginable cual es el de la
mujer madre que ha parido y echado hijos
al mundo, y el de padre, porque no? Nacen los hijos con un destino
marcado, crecen, alzan vuelo formando su propia familia. Aunque en una u otra
instancia algunos de los hijos tomará caminos equivocados, hasta perdiendo la
vida.
Es harto frecuente que las madres sufren incuestionablemente esa
irreparable pérdida: muerte, cárcel, o en algún asilo para drogadictos. Padres
que han perdido la patria potestad, y progenitores a cargo de los hijos que no
permiten que el otro los visite, y para colmo de males “lavándoles el cerebro”
con comentarios cargados de maldad hacia el otro. Otra vez y de manera muy
especial ejerciendo inexorable violencia cruel a los involucrados en carácter
de víctimas.
El destino presente en la piel de cada ser humano como una marca
indeleble. En suma, el costo de vivir.
OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe
Argentina. 08.12.2014