miércoles, 28 de octubre de 2015

LA FE.


 Fe: creencia en algo sin necesidad de que haya sido firmado por la experiencia y la razón o demostrado por la ciencia.
Ya tenemos una definición puntual  sobre esta pequeña palabra en letras  pero notablemente inmensa en cuanto a contenido.
En el emblemático tratado cual es el Nuevo Testamento, escrito siglos atrás, ya se menciona y vaya de qué manera y a cargo de quien.
No podemos dejar de reconocer que el Maestro en una notable demostración que hizo a sus seguidores, no les hizo quedar duda alguna del uso que debía dársele, con ejemplo mediante, aunque esto solo se trate de un símbolo. En mi modesta opinión se trata del hito en que se basa la doctrina cristiana. Hombres de poca fe! Les diría. Un símbolo que indubitablemente induciría a las generaciones  del aquel tiempo y a las venideras, a apoyarse firmemente en ella para tratar de lograr propósitos que emprenda.
Dicen que la fe mueve montañas. Un apoyo más bien psicológico que induce al hombre a emprendimientos que invariablemente requieren aportar esa dosis de confianza y, que al propio tiempo contribuya a no perder las esperanzas, sin desesperar aguardando los resultados. Entonces concluiremos pensando que una alta cuota de ansiedad está debilitando la fe que había puesto en aquellos.
Es imposible vivir sin fe, si hasta creo que los animales como las plantas necesitan también confiar en quienes los alimentan, los quieren y amén, de todo esto los cuiden. Descuento lo aguardan, será por fe?
En todos los órdenes de la vida,  la fe nos tiene que acompañar, necesitamos confiar en algo, en alguien para quedar aguardando esperanzas que concreten nuestras expectativas.
Vemos a diario, innumerable cantidad de personas, dependiendo de una imagen, casi siempre religiosa, pidiendo a las divinidades un aporte de intervención para que resuelva un sinnúmero de necesidades. Hasta la elección de un amigo impone la necesidad de tener confianza y fe para que la misma sea acertada y naturalmente se concrete.
En cualquier acto de la vida se impone la necesidad de que la fe acompañe al hombre.
Conformar una familia, aparición de hijos en la vida, su crianza, educación, en fin su vida misma está pendiente y alienta una  expectativa que de no mediar imponderables impensados, podrá arribarse a resultados favorables. La fe crea esperanzas, solo hay que saber esperar, no tener ansiedad ni impaciencia. Perseverancia por sobre todas las cosas. Qué sería de nosotros si no fuera que nos apoyáramos en la fe. No es necesario tal vez para muchos, apostar a las divinidades, pero es innegable que en algo o alguien en quien creer se hace menester. Vale el recuerdo de la mitología para reconocer que desde tiempo inmemorial como las Sagradas Escrituras, se ponía el acento en la creencia acompañada por la fe, la esperanza, las expectativas.
Quien más, quien menos vive de esperanzas en cualquier orden de la vida, a todos los fines no es una idea descabellada.
En todos los tiempos el hombre necesitó y no precisamente creer en algo, en alguien y no precisamente en íconos religiosos.
Con lo que habremos de convenir que la fe estaba y está implícita. No hay fe sin obras nos dice el Maestro, entendiéndose que todo aquel que creyere por fe, no puede dejar de tener confianza y aguardar los resultados. Se incluye, lo referente a obras, sino ayudas económicas a los más necesitados, sino el amor al prójimo que creo es en sí, una manera de obrar.
Generalmente utilizamos esta forma de herramienta para cualquier proyecto que deseamos concretar. Se la utiliza en toda circunstancia. Todas nuestras acciones van acompañadas de expectativas imprescindibles al aguardo de que emerjan los resultados.
Mencionar nuestras necesidades de fe ya sea comentadas o a través de ruegos, nos abre la posibilidad de certidumbre, seguridad que emerge de la confianza que debe tenerse sobre aquello que es imprescindible en nuestra vida.
No voy a continuar sobre el pasado inmediato anterior de personas de diferente sexo que han consensuado sentimientos afines traducidos en amor. No hay dudas que han depositado fe en la prosecución de una relación que arribe al destino común cual es perpetuarla hasta el final de sus días. La consumación del matrimonio, la tenencia de hijos, su educación y porque no, la continuidad de la familia desde sus ancestros.
Siempre la fe como arquetipo inevitable de la concreción de propósitos incuestionablemente razonables que se corresponda con el sentido común.
Fe: elemento imprescindible en todos los órdenes de la vida.
Fe: condimento necesario para poner en salvaguarda nuestra conducta aún en los momentos más difíciles que es donde más se necesita. Se requiere que nuestra personalidad esté en paralelo con la imperiosa necesidad de confiar en la fe y que también esté junto a ella.
Desde los ámbitos religiosos se recomienda tomar la fe como estandarte fundamental en qué apoyarse ante situaciones generalmente difíciles, que obligan al hombre tanto frente a las enfermedades como a imponderables complicados de resolver y, aguardando que la voluntad divina obre en consecuencia.
Quedará demostrado entonces que la fe ocupa en el hombre un sitio de privilegio y es realmente insuperable tanto como la necesidad de toda índole, aquella que no puede compararse con nada. Aquella no tiene adversarios razonables, tal vez sean aquellos que por su naturaleza, en nada creen. Me permito apartarme un tanto de la fe para echar una mirada sobre lo material que aporta el hombre en su comportamiento.. Por lo general, particularmente parte de aquellos que conocemos, amén de otros que escuchamos esporádicamente, expresando: yo soy…pero no tengo necesidad de asistir al templo. Golpearse el pecho o rasgarse las vestiduras, no significa absolutamente nada, y tampoco sirve.
Tal vez y a modo de opinión personal, entiendo que la fe sin obras, carece de fundamento. No todos podemos borrar con el codo lo que escribimos con la mano.
Como conclusión diré una vez más. A modo de opinión personal y sin el ánimo de herir susceptibilidades, que el hombre tanto ateo como agnóstico, indudable y necesariamente, pondrá fe en todo aquello que se proponga, aguardando con esperanzas que su inversión fructifique. No invierte tampoco a tontas y a locas. Tiene fe aunque crea que ella se corresponde a tal o cual corriente de opinión religiosa.

Queridos lectores, consecuentes amigos, la fe nos impulsa también a esperar un mejoramiento en cuanto a la calidad de vida en el universo entero. Pero debe imperar incuestionablemente el sentido común sin que ello signifique una colisión en el intento.


OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe.

Argentina – 26.10.15.-