No siempre estas
dos condiciones van tomadas e la mano. No es necesario, más allá de que una
falta de sentido común y sin tener escrúpulos en la confianza, predispongan al
individuo a usarlas cuando lo crea conveniente.
El hombre necesita
del primero de los términos en todo orden de la vida. Uso y más uso, desde
todos los integrantes del cuerpo, hasta transporte, trabajo, etc.
La otra cuestión,
es el abuso de la confianza que se hace o hacemos en función de ello. Bien
claro está que las expectativas tanto de una parte como la de la otra, están
centradas en la confianza que se dispensan.
Hacer uso de
esto, de lo otro, es una constante a la que todo ser humano en lo cotidiano,
debe echar mano, hasta en las más mínimas cosas, no se puede prescindir. Hasta
aquella persona con capacidad, necesita apelar al uso de todas las condiciones
que posea de manera de poder sobrevivir, aún dependiendo.
El algún momento
comenzó a decirse respecto de la persona a la cual había que aprovechar al
máximo. Si se puede obtener algún rédito, tanto mejor. Entonces, uso y abuso.
De ahí aquello que reza: “fue o fui usado”. Una comparación a propósito de
ambos significados, es tomar al hombre como objeto en lugar de sujeto.
Abusar
sexualmente: aplicado específicamente cuando en un alto grado de perversidad se
somete, en contra de su voluntad a otra persona de su mismo u otro sexo.
Voluntad digo, pero se califica de igual modo aún cuando la víctima sometida
tenga corta edad de forma tal de tomar
conciencia de lo que le ocurre.
Abuso de poder:
muy común en todo aquel que tiene por su parte, un importante cargo en la
esfera gubernamental, también el que luce un ilimitado poder económico. Ambas
posiciones les permiten disponer a su antojo y es ahí entonces cuando aparece
casi plenamente no solo el uso de los medios a su alcance sino paralela y
generalmente el abuso.
El uso: como
condición imprescindible, la sabia naturaleza ha dotado al hombre, a los
animales y a los vegetales, de atributos sin los cuales no le se sería posible
vivir. Entre éstos se encuentra la facultad de usarlos. No sabemos, de no ser
así, qué sería de los seres vivos.
De todos modos,
eso no da lugar a que se cometan abusos que impliquen deterioros de todo orden.
Creo que la
aplicación de ambas condiciones juntas, es el común denominador en todos los
órdenes de la vida.
No se puede
descartar que en todo momento el hombre haya tomado eso como objetivo. Sacar
ventajas pareciera una constante que se ha enraizado en la mayoría de los
mortales.
Como de costumbre
no se puede involucrar a todos. Aparecen casos en que el bajo perfil se hace
presente. Queda demostrado que se puede.
Pero al
transgresor poco o nada le interesa de qué manera obran otros.
Habrá que
convenir que el libre albedrío, traducido en hago lo que quiero o lo que me
parece. Si puedo aprovechar, tanto mejor, soy un convencido de que estoy
haciendo bien las cosas, máxime si no recibo quejas por ello. Señal de que el
que calla otorga. Realmente otra faceta de lo que reflejo en la mayoría de mis
trabajos tocante a la conducta del hombre y en la de muchos, lamentablemente,
estos se han constituido en
incondicionales aliados. Parte de la maldad en evidencia.
Alguien escribió
cierta vez, referido a un audaz e inescrupuloso personaje de la obra que a él
no le importaba nada ni nadie que lograr sus propósitos; claro, era uno de los
hijos de la primer ministra de un importante país. Abuso de confianza sobre la
persona de su progenitora, sin vacilar su obcecación o no le importaba o no sabía
ver a quien perjudicaba con su actitud. Hasta donde llega el empecinamiento por
dar rienda suelta a sus proyectos. Herir a quien más debiera protegerse.
Lamentable sí,
cuando el uso y el abuso se meten en la piel de hombre.
El sometimiento
de toda índole, tiene su estereotipo en la esclavitud casi particularmente.
Podría discutirse esto?, creo que no resiste el menor análisis. No hay que
dejar de lado, la conducta del sujeto que usa y abusa en cualquier disciplina,
de sus habilidades. A veces hasta poniendo en riesgo no solo su vida, sino la
de los demás.
Hay otro aspecto
que también hace a la cuestión y se trata de aquel individuo adepto a alguna
corriente de opinión religiosa, deportiva o simplemente a cuestiones domésticas
que se empecina ante todo y contra todo, en ingresar al campo del fanatismo,
que es como se dice siempre que tiene frente a sí, el árbol que no le permite
ver el bosque. La moderación es un principio básico, elemental a la que el
sujeto debe adherirse sin condicionamiento alguno. Es un acabado patrimonio que
enriquece en lugar de envilecer.
Todo aquel que se
precie de ser una persona de bien, no debe presentar fisuras en su conducta.
Cuestiones de falta de respeto a la racionalidad no pueden medirse, sin embargo
a ojos vista aparece como una inequívoca señal de transgredir aquel principio
antes comentado.
La gula, la
avaricia, la mezquindad, por citar algunas, son también razones para
involucrarlos en el tema que nos ocupa.
Algunos gobernantes
y dirigentes de distintos órdenes, dan la nota en cuanto a esta temática. Muy
característico en muchos de ellos. Estamos tan acostumbrados a tales
procedimientos que cuando aparece alguien que difiere de aquella metodología,
se lo tilda de indiferente. En la década del 60 un primer mandatario, austero
hasta los tuétanos, daba muestras de una humildad por demás excesivo por su
investidura, a tal punto que aquella actitud,
exasperó a contrincantes políticos quienes golpearon las puertas de los
cuarteles, como se decía y sus “dueños”, derrocaron al apocado jefe de estado y
se hicieron del poder. Caso de uso y abuso de la humildad y el bajo perfil.
Se han planteado
los dos extremos, que como de ordinario se muestran permanentemente.
Tendremos que
abogar para que el sentido común, se incorpore en la piel del hombre y aquí sí,
no nos lamentaremos por lo que haya dejado de existir como sucede con los
mortales en su gran mayoría.
Oscar
Rosario, Pvcia.
de Santa Fé
Argentina.
22.09.2015.