miércoles, 3 de abril de 2019

UNA GRAN OBRA DE BIEN



*Me identifico como Glenda Romesco, estoy casada con Leonardo Santa Cruz. Tenemos hijos nietos y biznietos. Soy heredera de una gran ferretería que perteneciera a mi padre, junto a mi hermano Silvio.
A los veintitrés años gané una medalla de oro en un campeonato olímpico, en que participaba en natación. Felicidad pura.
Al poco tiempo, me llaman desde Playa del Carmen, distante unos 1.200 kilómetros al norte. Querían que diese algunas charlas sobre una especialidad poco común.
Tomamos con mi prometido Leonardo, la decisión de contratar una avioneta particular en el Aero Club de nuestra ciudad. La mayoría de los empresarios usaban de ellas para llegar más rápido a destino. Si se volvían pronto, el piloto los esperaba. Era un trasporte cómodo y veloz. Durante el tiempo en que estuvieron operando, solo el caso nuestro fue el negro destino de la empresa que quebró inmediatamente después del accidente que pasaré a relatar.

*Leonardo, he recibido una invitación de la Asociación de Nadadores de Playa del Carmen para dar una serie de charlas con demostraciones prácticas. Nos abonan el viaje de ida y vuelta más el hospedaje para dos personas.
-¿Me acompañarás?
-Desde luego, cómo vas a ir sola!!!
Preparativos mediante, se determina la fecha de partida. Apenas hubieron abordado el aéreo, ambos se colocaron los paracaídas, requisito ineludible para ese tipo de vuelo.
-Bueno indica el piloto, ajústense los cinturones pues ya partimos. Un despegue de primera. El aparato va tomando altura.
-Nunca había visto la ciudad desde lo alto, de noche será un espectáculo ver las luces encendidas. Pero dejemos lo lírico, me acomodaré tipo cama para descansar, serán unas 7 u horas de viaje, si es que no hay inconvenientes tanto en la nave como en lo meteorológico.
Habían volado unos l.200 kilómetros cuando el aparato comenzó a perder altura, y a moverse peligrosamente.
Interviene el piloto:
-Señores, no lo puedo controlar, corremos peligro de estrellarnos, arrójense utilizando el paracaídas, se ve tierra plana aunque con malezas, árboles no se ven por fortuna.
Así fue, ambos se lanzaron sin mirar hacia los costados ignorando el destino de la avioneta.
Cayeron a tierra firme aunque con malezas no demasiado altas.
Se despojaron del paracaídas que luego armaron y colgaron en la espalda, la mochila después. No se fijaron hasta donde llegó la aeronave. Buscaron caminando, un árbol donde apoyarse. Tomaron agua de una botella guardada en la mochila. Comenzaron a caminar en dirección hacia donde querían llegar. Anduvieron un rato largo. No hacía calor ni frío. Luego de andar, hallaron una pequeña y humilde casita construida de ladrillo y barro, en el centro de un terreno, alcanzaron a divisar un gallinero, un establo con un caballo, dos vacunos, algunos cerdos y una hermosa huerta con jardín al lado. Llamaron a la puerta con un batir de palmas. Se asomó una señora mayor pero guapa, quien preguntó qué necesitaban. Los chicos le comentaron lo ocurrido, la abuela los hizo pasar y le sirvió una taza de té con trozos de pan casero con manteca de igual procedencia. Después los invitaron con el esposo a que se queden a pernoctar con ellos.
-Veremos mañana, les contaré además la razón por la cual nos encontremos solos acá.
Ustedes dormirán en la piecita de al lado.
-Hola chicos buenos días, ¿durmieron bien?
-Sí, gracias a ustedes que no tuvieron reparos en darnos lugar en vuestra casa, sin conocernos siquiera. Les cuentan lo ocurrido con la avioneta.
-¿Cómo te llamas niña?
-Glenda Romesco y él es Leonardo Santa Cruz mi compañero, dentro de un tiempo vamos a casarnos.
-Mi nombre es Josefina, mi esposo Francisco, tenemos dos hijos, Víctor soltero y Mateo viudo.
-Mateo, estaba casado con una serpiente de la más venenosa que se conozca. Éramos dueños en tierras, de medio pueblo. La muy ladina, por las suyas comenzó a venderlas, había fraguado con un notario cómplice, un certificado de autorización para vender. Enterado mi hijo de tales actitudes, le reprochó haber hecho semejante fraude.
Ella se limitó a decir:
-Mateo, dentro de un tiempo seremos multimillonarios…
Comenzaron a llegar las intimaciones para los correspondientes documentos de compra-venta. No había nada qué hacer, hasta perdieron la residencia donde vivían. --Gracias a un amigo que les prestó esta tierra, viven como pueden, del corral y de la huerta.
-Pero no mucho tiempo después, Víctor invitó a su hermano y cuñada a merendar a orillas del mar.
Se sentaron sobre una roca en altura y comenzaron a preparar los elementos consistentes en gaseosas y sándwiches.
Ni bien tendida la improvisada mesa, Víctor dio un empellón a su cuñada, quien se precipitó estrepitosamente en el mar.
-Qué hiciste loco alcanzó a decir Mateo, ¿y ahora?
-Quédate tranquilo hermano, yo me haré cargo.
Algunos días después, Víctor recibe una notificación para presentarse a la policía.
-Yo, por qué?
-Detenido en averiguaciones, alguien que lo conoce y vió, denuncia que usted arrojó al mar a su cuñada, la esposa de su hermano Mateo, veremos en el juicio.
A todo esto Víctor perdió su trabajo.
Llegó el día del juicio. Merced a una petición del pueblo presentada al jurado, amén de las razones por las cuales este hombre tomó tan tremenda decisión, Víctor fue condenado a realizar, pero en libertad, trabajos comunitarios en el hospital del pueblo, por un año.
Cuando quedó liberado, recuperó el trabajo pero sus padres se tuvieron que ir al campo, donde un benemérito hacendado le regaló una parcela donde construyeron su rancho con dos habitaciones. Es más, construyeron un establo para un caballo y dos vacunos macho y hembra, amén de una pareja de cerdos y un corral para gallinas. Sembraron y armaron una huerta, de eso vivían.
A todo esto Glenda pregunta a Josefina si por ahí pasaba algún comisionista o viajero para poder interrogarlo de cómo podemos hacer para salir de acá.
-Sí señorita, día por medio pasa un señor hacia el Norte y que generalmente vuelve a la tarde siguiente. Quizás esta tarde esté de vuelta. Cuando veamos el coche le haremos señas para que se detenga.
Así fue, el hombre llegó envuelto en polvillo de esa pobre carretera.
-Hola  doña Josefina, ¿qué desea?
-Mire, Manuel estos chicos se lanzaron en paracaídas desde una avioneta a punto de caerse a tierra o en el río, dieron con nosotros pero necesitan volver a su ciudad Santa Cruz de la Sierra, ¿usted podría llevarlos hasta San Patricio?, allá hay medios para el regreso.
-Sí claro, allá tengo un amigo que es el jefe comunal, seguro les dará una mano, ¿vienen ya?
-Sí, estamos preparados.
Hubo despedida promesa de volver con la familia y el pedido de que si en algún momento se quieren ir todos a su ciudad, su padre tiene una gran empresa todos podrían trabajar, incluso vivir en una modesta casita pegada al negocio.
-Josefina, yo les mandaré una carta que el señor Manuel les entregará, háblenlo con los hijos, salgan de este abandono, podemos venir con un camión grande y llevarnos todo, menos el rancho.
-Gracias, ya veremos.
Una vez llegados a San Patricio, el jefe comunal los acompañó hasta la estación y abordaron un tren que en cuatro horas lo dejaría en su ciudad.
Llegaron, fueron directamente al negocio y hubo explosiones de alegría.
-Sabíamos, dijo el padre de Glenda que ustedes no habían caído con la avioneta, así nos enteramos.
Glenda le cuenta al papá todo lo sucedido y le pidió vea con tiempo el asunto del probable traslado de aquella familia.
-Déjame que lo vea con mamá y Silvio, pero sí ustedes así lo desean, no habrá problemas siempre nos destacamos por ser solidarios.
Y así fue, se hicieron todos los arreglos para el traslado de todo lo del rancho, amén claro está del consentimiento de toda la familia, que finalmente fueron instalados en la casita, sino que hubo trabajo para los hermanos. Josefina y Francisco colaboraban en la cocina con la cocinera, mientras que simultáneamente se dedicaban a la huerta, al jardín y naturalmente la debida atención al alazán, los vacunos, cerdos y gallinas.
Al tiempo, Glenda y Leonardo contrajeron enlace. Una brillante idea les surgió: Josefina y Francisco serían segundos padrinos en la iglesia.

*FIN DE LA HISTORIA:

Bueno amigos, considero en mi modesta opinión, que la obra está terminada por lo menos, en el argumento principal. Espero como de costumbre, les haya gustado. Hasta pronto.

OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fé
Argentina – 29.03.2019.