Miedo: sensación
que nació con el hombre de manera de ponerlo a resguardo de posibles peligros.
Es naturalmente imprescindible para poder vivir en sociedad. En ésta conviven
todos los humores.
No es posible
enfrentar la vida sin que esa sensación esté ausente. Aún en cualquier tipo de
actividad donde el alto riesgo es una constante y una cuota de temor invade al individuo..
Supongo que hará el máximo esfuerzo para superarlo, caso contrario no podrá
encarar ningún propósito. Excluyo a todo aquello que no lo posea.
Creo que en
distintos momentos de la vida se tiene miedo, a veces, terror. Desde niño
aparece el llanto. Será miedo? Lo cierto que una inclinación a él se apodera de
nosotros desde pequeños, reforzado por la inclinación de nuestros padres a que
la educación no esté exenta de temores. Se advierte a los niños a que se
comporten de manera correcta a través de la consabida amenaza. Con el tiempo
las diferentes obligaciones van creando en el sujeto la problemática de la
duda, de la desconfianza, todo relacionado con la necesidad de que se cumplan
las expectativas, los propósitos. El miedo siempre está presente.
A quien no le
pasó esto alguna vez?
Cuántas historias
desde la creación del mundo, llenarían páginas enteras si hubiera maneras de
conocerlas una por una. Tan solo conocer a través de la literatura y en todos
los órdenes, el miedo ha estado presente. Los hechos más célebres, nos ubican
un poco más de cerca a sus protagonistas por los que hemos sentido verdadera pena
frente a lamentables situaciones.
La indiferencia
de los provocadores del temor no dejaba duda alguna respecto de, nada les
interesaba el sufrimiento por la aplicación de ciertos sistemas.
Imaginemos al
pasaje de una aeronave en vuelo frente a la advertencia de la necesidad de un
aterrizaje forzoso y la evidencia de que el transporte no demuestra una
estabilidad razonable. Los niños frente a la presencia de un desastre
meteorológico, el pavoroso incendio de un edificio, el inminente y anunciado
impacto entre los vehículos.
Miedo a la noche,
a la soledad, a encarar un trabajo delicado, la mujer en un parto y su esposo
aguardando la llegada del bebé. Falta de seguridad o en todo caso de fe. La fe
no se elabora, creo que forma parte de la personalidad. Temor a la muerte, al
sufrimiento, a los ruidos de afuera cuando nos hallamos dentro de casa,
particularmente de noche. A las tormentas, a la calle, particularmente cuando
los hijos jóvenes salen a divertirse y hasta que no regresa, los padres pierden
el sueño. Los más temerosos van a buscarlos para asegurarse del vandalismo
existente.
Recuerdo ahora aquella escena, según el Nuevo
Testamento, donde Jesucristo invita a uno de sus discípulos a que camine sobre
las aguas de un río; el hombre lo intenta pero se hunde y tiene miedo…Señor me
hundo…El Maestro responde: hombre de poca fe. Si bien es cierto que resulta imposible
realizar tal acción, queda demostrado que la fe debe imperar en todos los
órdenes. Pero es también cuestión de personalidad, de circunstancias, del
carácter de las pruebas a que se enfrente.
Cada uno
invariablemente recordará momentos difíciles en su vida en los que el miedo era
un protagonista a respetar. Es imposible no vivir sin miedo. Según la historia,
Simón Pedro el discípulo amado de Jesús lo negó tres veces. Qué creen ustedes
porqué?...pues quien dudaría que fue por miedo?. El timorato Pilatos también
tuvo miedo de que el pueblo judío enterase al César de la debilidad de su
representante.
No hubiera
querido estar en la piel de tantas víctimas de los facinerosos emperadores
romanos, en las arenas del Coliseo. Qué contradicción notable, por un lado los
cristianos, condenados a muerte, por el otro, la turba aullante que disfrutaba
con ese tipo de vergonzoso espectáculo.
Ubiquémonos en
medios de las conflagraciones bélicas, invasiones con tropelías de toda
naturaleza, bombardeos, campos de exterminio, cuántas demostraciones de miedo-
como en la mayoría de los casos- sin una razón que justifique tamaño atropello
y consecuentemente ya no miedo, tino terror.
Fobia: trastorno de salud emocional
que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o
situaciones concretas.
Dentro de está
temática me ha parecido más coherente o de mayor significación lo que se define
como xenofobia y que se refiere a: odio o rechazo hacia algo que bien no es un
trastorno de salud emocional, sí genera muchos problemas emocionales sociales y
políticos. Odio a los extranjeros o extraños.
Casos puestos a
conocer a nivel mundial dan cuenta de la horrorosa determinación que tomaron
siniestros especímenes en este aspecto, desde aquellos que tomaron para sí de
manera impiadosa a seres humanos para ponerlos a su servicio y someterlos de
manera cruel por su raza, color de piel e ignorancia absoluta.
Odio y más odio
en la conducta del frenético líder de la Alemania nazi (1939/1945). No
solamente eso, sino que infundía temor a todo aquel que se animaba a
contradecirlo. Hubo un caso de extraordinaria pavura que tuvo como protagonista
principal por su investidura, a otro delirante: el Duce Benito Mussolini,
premier italiano aliado de aquél.
Un yerno de este
timorato incalificable, el Conde Ciano quien junto a un grupo de connacionales
asociados para la resistencia, pretendió derrocarlo. Descubierto, fue
ajusticiado por orden del nefasto nazi. El Duce, aterrado por la furia de
Hitler ordenó además la ejecución de los complotados, actitud que le valió
ganarse el odio de su propia hija y esposa, aunque al itálico, de esta última
poco le importaba ya que tenía una amante: Clara Petacci. Miedo siempre miedo,
para someter como en este caso, a impúdicos personajes que se incorporaron
indebidamente a las huestes del demonio. Una determinación de singulares
características, condición que nació con ellos, la constituye algo muy parecido
o tal vez emparentado con lo otro: la discriminación. Odiosa actitud de todo
aquel que por cuestiones de raza, de color de piel, de talla o de discapacidad,
hace acepción de personas. Antaño, para ciertos para ciertos tipos de trabajo,
se ponía el acento en estas cosas, como si las personas para poder insertarse
en cualquier tipo de actividad debían obedecer a parámetros determinantes de su
capacidad para obrar como tales.
En el Norte de
América, por muchos años se discriminaba odiosamente a la gente de color. Para
los racistas, la gente de color era consideraba como de cuarta categoría.
Después que se rebelaron en Centro América, emprendieron la marcha hacia el
país del Norte, Nueva Orleans precisamente. Ser negro de piel, suponía el
estigma de proceder del África, desde fueron arrastrados alguna vez para
utilizarlos como esclavos.
Con el andar del
tiempo, las cosas fueron cambiando. Finalmente aún a regañadientes primó el
sentido común quedando demostrado que cuando hay voluntad de cambio, realmente
se puede. Grandes figuras en todas las disciplinas se destacaron y se destacan.
En el arte, en la ciencia, en política, en el deporte. Quien hubiera dicho que
en el 2015, un hombre de color iba a ocupar la primera magistratura de ese
país.
El condenado a la
discriminación lleva consigo una impronta como si de una estampilla o un
tatuaje se tratase. Sin embargo, hay aún quienes hacen distinciones,
afortunadamente una ley reprime esa falta, con lo cual todos tienen el mismo derecho.
Miedo por un lado, fobia por el otro. Como una expresión de pretendido humor,
el hombre no se priva de nada. Lo cierto es que siempre hubo y hay algún
elemento para destacar. Razones hay. Es de esperar que a los más mayorcitos,
luego de haber recorrido un largo camino, no nos sorprenda el miedo a la
partida, más que nada al sufrimiento; sería imprescindible aceptar mansamente
la realidad. El costo de vivir es ese. Los creyentes, debemos estar preparados
sin miedo al encuentro ya no de la tierra prometida, como buscaban los hebreos,
sino a una vida eterna donde sí, no dé temor a convivir con otros en una
dimensión que sea como dijo alguien, volver al ámbito del vientre materno.
Por decirlo de
algún modo, y el inevitable comentario, vivimos en una sociedad en la que buena
parte de sus componentes constituidos ya sea como clase dirigente o simplemente
en medio del poder económico, les importa un rábano proceder con una falta de
escrúpulos que realmente mete miedo.
Considero que
buena parte del mundo y con buena voluntad, tiene en sus manos la posibilidad histórica
de reducir al máximo esta desgraciada condición. Del hombre depende.
OSCAR
Rosario, Pvcia.
de Santa Fe
Argentina-
16.11.2015.