martes, 22 de enero de 2019


EL REINO IMPENSADO

Esto no puede inscribirse en la realidad, era un bonito sueño que al despertar, mostró la realidad, me tenía que levantar para ir a cumplir con mi obligación laboral. No podía ser tan verdadero, más allá que lo que voy a contarles ha ocurrido algunas veces, muy poco conocidas, de reciente data: el compromiso matrimonial entre un personaje importante en grado sumo y un plebeyo.
Pasaré a contarles el sueño y a despejar expectativas.
Por entonces era médico clínico, soltero, 30 años viviendo con mis padres y hermanos.
Mi consultorio estaba situado en una ciudad algo chica, tenía muy buena clientela, más allá de eso, poseía un cargo de Jefe de Guardia de un hospital, que no recuerdo si tenía algún nombre.
Suena el timbre de calle (campanilla eléctrica), atiendo y una joven bien ataviada pregunta:
-Descuento que es usted el Dr. Manzanares, ¿estoy en lo cierto?
-Sí, así es, ¿qué la trae por acá?
-Mire Doctor, soy Glenda una de las doncellas- la principal- de su Majestad, la Reina de San Martí. Tengo un pequeño carruaje esperando fuera.
-Me coloco la chaquetilla y salimos, llevo el maletín hasta con medicamentos.
Llegamos a la residencia, un sirviente nos abrió el portón de entrada, Glenda me condujo hasta el aposento de la reina. Quedé estupefacto, cortinados de tul de suaves colores casi envolviendo a su excelencia.
-Buenas tardes su majestad.
-Igual para usted Doctor.
Tomándole la caliente mano, la besó como corresponde.
-Permítame la mano para tomar el pulso mientras le coloco el termómetro. No hable.
-Ummm. Alta fiebre. Le administraré un antifebril. Me permite usted que le haga una inyección intramuscular; le cubriré toda la zona para que no sienta vergüenza.
-Dr. tengo que someterme a lo que la ciencia determine.
-Dicha vía es mucho más rápida y actúa rápidamente. Usted, acompañada por Glenda, irá al closed, tapará la pileta dejando correr el agua hasta que se llene, coloque las manos durante unos diez minutos. Yo espero en la sala de recibo, cuando termine me llama.
Así fue, Florence la reina se acostó nuevamente, volvió el médico. Tomó nuevamente la temperatura y se quedó aliviado por el descenso notable según el termómetro.
-Bien Madame, ya me puedo retirar, cualquier novedad me llama. Buenas noches.
-Doctor Guillermo (Willy), me sentiría más tranquila si usted se queda a pernoctar acá en palacio, tenemos aposentos especiales para gente especial, Glenda lo acompañará.
-No podría negarme a semejante pedido.
-Glenda, acompañe al doctor. Mañana a las 8,00 Hs.
es el desayuno, no lo olvide.

8,00 hs. Glenda llama a la puerta y atiende el médico.
-Ya estoy preparado, duchado y todo.
-Uy. Qué paquetería, gracias. Después del desayuno tendré que volver.
-Dr. lo espero en la semana a media tarde.
-Volveré, no lo dude. Ya me siento parte de la familia real.
-Dime Glenda, ¿qué te parece el Doctorcito para aspirante a rey?
-Ama, sería realmente colosal: el reino impensado.
-Bueno ya que me das el okey, atacaremos con todas las baterías, pero recuerda: por ahora es algo entre tú y yo, ya vez la confianza que te tengo.
-Gracias ama.
Llegó el día indicado, Glenda fue con el pequeño carruaje a buscarlo.
-Está preparado ¿doctor?
-Sí vamos.
Llegaron a la mansión, descendieron del carruaje y se dirigieron a la sala principal donde la reina aguardaba vestida como para una fiesta.
-Buenas tardes madame.
-Hola doctor Willi.
-Glenda, nos encerramos con el doctor en la sala que usted sabe, ordene la cena y una vez servida- champagne mediante- qué nadie interrumpa, yo ordenaré.
Así fue. Ambos sentados uno frente al otro, velas encendidas y luz apagada. Comenzó la cena.
-Willi, quien lo hubiera dicho¡¡¡, su majestad cenando de una manera similar a la gente de nobleza cero, de sangre azul como nos llaman.
-¿Reino impensado?
-Llámelo como le guste, soy feliz a mi manera. Quizás si el destino lo quiere, el doctor Willi llegue a convertirse en rey.
-Um alteza, usted tiene una imaginación que vuela muy lejos.
-Sin embargo yo lo siento por instinto femenino que eso puede estar cerca.
-Entonces alteza habrá que romper el hielo.
-Cuando quiera, comencemos a brindar con champagne cruzando las copas, así lo leí alguna vez.
-Willi, siéntate al lado mío y cruza tu brazo sobre mi hombro. Ahora lleva mi rostro hacia el tuyo. Así, juntemos los labios hasta que no demos más.
Bueno, el beso duró mucho más de lo que canta un gallo.
-Florence y ¿ahora?
-Ahora, solo Glenda sabrá de esto. Dime Willi: ¿te casarías conmigo?
-Sí, ya mismo.
-Epa mocito, tengo que formalizar los preparativos para una ceremonia muy simple, muy privada.


Así fue, hubo boda donde el Juez de Paz constituyendo su despacho en uno de los salones de palacio, formalizó el tratamiento de rutina, casamiento registrado, despachos dirigidos a otras monarquías según los requisitos de la casta noble. Todos los reinos tenían conocimiento formal del acontecimiento.
Al día siguiente Florence avisó a Glenda que viajarían a la estancia real unos días para disfrutar así, de luna de miel.
De regreso, Florence le comenta a Willi: Doctor, mañana armaremos el consultorio y tú atenderás al personal de palacio, por lo menos en la fase inicial, de ser necesario un traslado, contarás con una ambulancia y un pase de libre tránsito. Otra cosa, si quieres, puedes traer a tus padres para que convivan con nosotros, serán tratados conforme tu rango, de ti y de ellos depende.
Tiempo después Florence quedaría encinta, una alegría enorme de todo el palacio.
-Qué me dices, Willi papá¡¡¡
-Ni me esperaba que en tan poco tiempo transformaría mi vida de tal manera, ¿será un sueño?
-Willi, todavía falta algo para confesarte. Ya me siento cansada y algo debilitada, estoy pensando en abdicar y dejar el reino a tu cargo.
-Pero, Florence, ¿cómo has pensado semejante cosa?, no estoy preparado para eso, además no es buena noticia para mí el hecho de que no te sientas bien de salud.
-No Willi, es la realidad, las vueltas de la vida nos proponen cambios y tenemos que enfrentarlos. No hay opciones.
No te abandonaré en momento alguno, toma esa responsabilidad y verás que en poco tiempo serás el rey de San Martí. Convocaré al consejo de ancianos para que te vayan preparando en cuanto a la toma de decisiones. De todos modos, el país está gobernado por el poder político, nosotros no ejercemos en las decisiones de ellos, la monarquía es solo una tradición. Una cosa que es tradicional, mandar mensajeros a las distintas monarquías para el aviso correspondiente: “el reinado de San Martí, desde este momento está a cargo del rey heredero Guillermo Iº por abdicación de la reina Florence, con problemas leves de salud, que limitan su capacidad de gobernar, debe guardar reposo por un tiempo quizás largo. Conocimiento y efectos.

*NO HABIENDO PARA MÁS, ESTE ES EL FIN DE LA HISTORIA.
La realidad se hizo presente, el hombre había soñado. De todas maneras, hoy mismo hay- aunque muy pocos- algunas plebeyas han contraído compromiso matrimonial con nobles, llegando en algún caso a constituirse en la figura principal de la monarquía. El deseo de siempre: ojalá les haya gustado.

OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe
Argentina- 20.01.2019.