martes, 13 de noviembre de 2012

EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS.-




-Como comienzan todos los cuentos, este también dice: Erase una vez una pequeña aldea de ciegos que como no tenían tanta comunicación con los poblados vecinos, sus pobladores, consecuentemente estaban bastante atrasados en todo sentido.- Aún así sobrevivían por así decirlo, de todo lo que la tierra producía, amén de animales domésticos que les brindaban sustento.- Así, trueques o ventas mediante, lograron formar una importante caja comunitaria de fondos económicos.-
-Pero hete aquí que llega de una lejana comarca un visitante al cual le faltaba un ojo.- Era singularmente despierto.- Facilidad de palabras mediante, se fue ganando la confianza de los no videntes.- Prometió que él cambiaría las cosas que otros no lograron.-
-El populacho depositó toda su confianza en el sujeto en cuestión quien hábilmente logró que un conjunto de seducidos ciegos se juntaran con él.- Traía entre manos en singular proyecto para cambiar el estilo de vida de la aldea.- Buena parte le dio su apoyo.- Este señor se hizo cargo del patrimonio económico para disponer la consumación del proyecto.-
-En efecto, en el país de los ciegos, el tuerto es rey y, nunca mejor aplicada la sentencia.- Sólo se beneficiaban los que no hacían absolutamente nada.- Darles a unos, negarles a otros.- Otra vez más: el fin no justifica los medios.- No escuchaba a nadie, pues se consideraba líder incuestionable.- Era evidente, el psicópata demostraba con su accionar, que el pueblo no podía alentar progreso alguno.- Sus vecinos se burlaban, a sabiendas que el rey trataba de engañar con su inédito programa.- Obviamente la idiosincrasia del poblado permitía cualquier tipo de especulación.-
-El monje negro le llamaban porque siempre vestía prendas de ese color.-
-Gobernaba a su antojo, sus secuaces engolosinados por las prebendas que obtenían, incluso embarcados en una corrupción sin precedentes por su magnitud, aplaudían a rabiar cualquier palabra, gesto o ademán, si bien no veían era notorio que respondían a una clave preestablecida.- Todo estaba bien, los que no estaban de acuerdo vivían equivocados, no podían pretender algo mejor, ahí lo tenían, al alcance de la mano.- Entonces de qué se quejaban?.-
-Para que el pueblo no generara una hipótesis de conflicto, les otorgaba beneficios indiscriminadamente, apelando a maniobras non santas con tal de satisfacerlos.- Era Soberbio, pagado de sí mismo, no recibía a nadie que no fuera de otro pueblo, mucho menos a aquellos que no estaban en armonía con él.- Tomaba el micrófono para hablar él solo, nadie más podía hacerlo, sino el populacho iba a escuchar más mentiras aún.- Si eran de referentes importantes de otros países, mejor todavía.-
Si alguno protestaba ruidosamente, enseguida era acallado por cualquier medio.- Los que habían sido funcionarios, inútiles o rapaces, y, a modo de disimular su error en la elección, los enviaban a otros sitios como representantes.- Ese era el castigo.--Como todo país, tenía un lujoso equipo de magistrados, pero éstos no constituía un poder independiente, sino que eran funcionales al monje negro y a los gandules que los acompañaban.- El poder era ejercido por el monarca tuero, que para colmo quería perpetrarse en el cargo.- Sus acólitos comprometidos al máximo, pugnaban por modificar los estatutos para que el impresentable cumpliese su sueño, pertinaz y obcecado…….seguir……-
-En la procura de generar adeptos, permitía alegremente el ingreso al país de la mayor cantidad de no videntes, a los cuales beneficiaba sin ningún tipo de escrúpulos, tal como hiciera con los nativos cautivos del ocio.-
-El país, lentamente comenzó a anarquizarse.- Respondiendo por verticalidad a las pautas de una corporación siniestra, fue implantándose un conjunto de hechos de violencia.- La inseguridad tenía sus códigos y no se respetaba límites.-Llegó a saberse por haber tomado estado público que a una selección de delincuentes encarcelados y proclives a la marginalidad sin escrúpulos, les permitían salir, transitando libremente por las calles como cualquier hijo de vecino, previo a la clase y no de escuela primaria u otra precisamente, sino según se pudo saber, con el fin de recibir de recibir adoctrinamiento partidario tendiente a proteger al mandamás de turno.- No escatimaba esfuerzo alguno de manera de permanecer en el cargo, si era posible por la fuerza.- No quería irse; un cúmulo de siniestras condiciones y/o actitudes, dejaba a las claras que este muñequito de bazar se creía más grande que el Altísimo.-
-Bueno, ahora la frutilla o cereza del postre.-
-Conforme la respectiva ley de vieja data, en las elecciones a cargos en el poder, la edad mínima exigida para sufragar, era a los 18 años.- Pero a unos trasnochados de turno se les ocurrió la peregrina idea de proponer bajar a los 16 años, la posibilidad de emitir voto.-
-No era un craso error, sino una maniobra espuria para cautivar a los imberbes a cualquier precio, más allá de que no era obligación hacerlo a esa edad, sino asumía carácter de emisión voluntaria.- Pero para ello había que cautivar a una importante franja de jóvenes (dos generaciones perdidas).- Una nada despreciable franja de adolescentes mayores y jóvenes, a la sazón permanecían adorando al ocio, no estudiaban ni trabajaban.- Claro, estaban resentidos, insatisfechos, en suma, atrapados sin salida.- En consecuencia, eran fáciles de deducir, dinero había para ese literal despropósito.- En lugar de instalar el voto calificado (el de ciudadanos respetables), permitían que hasta el más infeliz sometido a la perversa instancia de engolosinarlos económicamente, les fueran consecuentes seguidores.-
-Muchos ejemplo para aplicar aquello de “el fin nos justifica los medios” (ver una obra mía con ese título).- Verdaderamente ruin apelar a un recurso eminentemente despreciable.-
-Me perdonarán ustedes el hecho de que me ha sido imposible hacerles conocer en qué concluyó esta historia, habida cuenta de que el me la contaba, se nos anticipó en la partida de este mundo.- Pienso que el monje negro no habrá quedado en el bronce, por lo menos por ahora nada se sabe y, ojalá no aparezcan otros imitando su ejemplo.-

Nota del autor: cualquier semejanza con la realidad, es pura coincidencia.-

OSCAR

10.11.2012

Rosario- Pvcia. de Santa Fe - Argentins





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