PORQUÉ SE MUEREN LOS VIEJOS?

Me adhiero total y absolutamente al contenido de la carta publicada el día 10/09/2011, con este título. Su autor, Roberto Taltavull, en mi opinión, ha estado a la altura de las circunstancias. Entiendo que es rigurosamente cierto lo que les ocurre a los ancianos. Si bien no me cuenta como protagonista, al menos por ahora, me ha tocado vivir de cerca algunos casos que son verdaderamente una muestra cabal del manoseo a que fueron sometidas algunas personas que constituían nuestra amistad, incluyo a mi esposa, lo que es más grave aún que las razones esgrimidas carecían y/o
carecen de sustento. Tengo la “manía” de escribir y estoy transitando por la vida desde mucho tiempo y he recogido experiencias que me otorgan entidad en tal sentido. Me han acompañado y lo hacen hoy no poca cantidad de diversas generaciones; de manera que me toca vivir los cambios notables que se vienen produciendo en el hombre. Nos queda al menos el consuelo de ver amanecer cada día y poder hacer cosas que muchos no pueden hacer, huelgan las palabras. Prioridad uno: dar gracias a Dios, por lo menos aquel que crea, por el regalo que nos hace vivir el día a día. Señor Taltavull, de veras lo felicito y me ha apasionado el espíritu del comentario. Soy admirador de los temas de alto contenido espiritual. En un pequeño e inmodesto espacio me permito decirle que mi debilidad es precisamente en mis obras resaltar el comportamiento humano, para lo cual y para que se haga pública, he armado un blog, en el cual inevitablemente hay un título respecto de la vejez, de los padres, de los nietos, amén del destino de muchos de ellos que tienen que ver con el hermoso trabajo que usted ha hecho, el que suscribo de todo corazón. Si algún trasnochado rebate nuestros trabajos, responderemos aunque más no sea con el pensamiento: aquellas notables palabras del Quijote, que según Cervantes se trataba de un demente: Ladran Sancho, señal que cabalgamos. Menos mal que se trataba de un insano. Cito una hermosa sentencia de Voltaire: "Cuanto más envejecemos, más necesitamos estar ocupados; es preferible morir de pie, que arrastrar una vejez insípida y vacía".- Oscar H. Rodríguez.-