lunes, 30 de diciembre de 2013

LA IMPACIENCIA.

  • Quién más quién menos sabe de que se trata y no solamente por la antigüedad que posee sino que en lo contemporáneo lo vive en el día a día.
  • No cabe duda alguna de que la impaciencia es proverbial en el hombre, es más, en los tiempos que corren, lo acosa de una manera increíble que es como si no tuviera paz en su espíritu.
  • Vive esclavo de ella y para ella, se convierte en un ser casi egoísta tal pareciera poseer una fijación que hace pensar en querer algo con una manifiesta obsesión.
  • Sale a la calle y pretende que los demás vivan para él, la impaciencia sinónimo de ansiedad lo devora, no quiere esperar y se convierte en un quejoso consuetudinario.
  • El ajetreo de los tiempos modernos lo devora, al tener impaciencia, no tiene paciencia. En toda actividad tiene como una perniciosa debilidad, afanes y ansiedades. Es literalmente incorregible, le desespera esperar. Es un quejoso insoportable. Deprime escucharlo, a tal punto que se convierte en un elemento cargado de toxinas, esos sujetos realmente densos con los que uno no desearía encontrarse más allá de nuestra acendrada muestra permanente de amor al prójimo.
  • Esta condición atrapa al hombre de una singular y ahora progresiva manera de no poder contenerse a todo tipo de espera, siempre está apurado. No hay ámbito donde pueda sentirse cómodo-  salvo excepciones. Con actitudes como esta es muy probable que en cualquier medio donde se encuentre, disemine una cuota de negatividad que termina siendo rechazado por pretender alterar la tranquilidad de quienes lo rodean. Hay impacientes que no lo demuestran, otros en cambio manifiestan su contrariedad a viva voz como para llamar la atención.
  • Todo se  traduce en impaciencia, aguardar que respondan al llamado del portero eléctrico, al teléfono, a las respuestas en la navegación por Internet, Impaciente y a bocinazo limpio cuando detenido con el coche en un semáforo y a bocinazo limpio si el conductor detenido delante de él no mueve el coche de inmediato o cuando la esposa se demora en el toilett para los arreglos pertinentes o si se detiene frente a una vidriera. En fin todo se traduce en impaciencia. Una postal de antigua data muestra a un papá impaciente caminando ida y vuelta frente a la sala de partos, al aguardo de la enfermera con el correspondiente anuncio.
  • Nadie podrá poner en duda semejante transformación casi masiva. Se podrá excluir a personas que no brillan precisamente por poseer esta condición.
  • Estamos conformados por naturaleza para proceder así, faltaban solamente los cambios de hábitos, la tecnología moderna y otros elementos contribuyentes para la presencia de esta problemática.
  • No es menos cierto que en un principio haya sido así ya que se vivía de manera muy diferente, con menor actividad, menos compromisos que impone el imperativo de la hora, Los sistemas han ido cambiando; simultáneamente el requerimiento de más exigencia en los ámbitos comerciales, empresarios, en correlato con un fenomenal pero imaginario monstruo que se alimenta de papel, único sustento el suyo pero bien abundante, cosa de no pasar hambre. Notable voracidad, amén de imparable, él no tiene impaciencia, si por alguna causa no hay sistema, él aguarda, su cerebro sabe esperar. Si tiene impaciencia no lo sabremos nunca. Se podrá enfermar de otras cosas, pero nunca por falta de paciencia.
  • Pregunto: habrá tanta necesidad de impacientarse hasta por nimiedades?. Existen personas que han incorporado en su piel la impaciencia, que no trepidan en apelar a ella en cualquier momento, si hasta pierden los estribos y en más de una ocasión cometen un grave error que si llegan a contarlo, esa señal los acompañará por el resto de sus días. Ya no habrá retorno, tampoco arrepentimiento ni súplicas de perdón.
  • Sin hesitar, tengo para mí que esta es una condición controlable toda vez que uno de se lo proponga vía mentalización, no permitiendo que un intempestivo cambio radical y espontáneo se apodere de nosotros alterando incluso el desenvolvimiento de los demás.
  • Una sentencia algo rebuscada: tenemos que apelar a la paciencia de Job, aquel legendario personaje bíblico conforme lo ilustra el Antiguo Testamento, hombre éste de emblemática fe y que en ningún momento perdió los estribos a pesar de tantas desgracias lo asolaron. Imitémoslo, lo de él fue extraordinariamente singular.-


OSCAR. ROSARIO, PROVINCIA DE SANTA FE
REPÚBLICA ARGENTINA

30.12.2013.-

1 comentario:

  1. Además de ser muy claro y cierto lo que nos describes acerca de la Impaciencia, el enfoque es muy humano y según queramos o no aceptar esta flaqueza en nuestra vida, nos volveremos cada día más violentos en un mundo que clama la Paz en todas sus miradas.

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