lunes, 8 de diciembre de 2014

EL DESTINO



*Destino, (según una de las definiciones):
Fuerza supuesta y desconocida que determina lo que ha de suceder, hado, sino.
Siempre se habló y en tiempos que muchos comentarios no trascendían, ante la carencia de medios de comunicación sobre este término. Es de imaginar que cada uno de los reinos, más los elementos naturales que forman parte del universo, comenzaron a tener vida y/o una forma de tal. Cada uno con su destino: vivir, morir, salvo algunos fenómenos naturales los cuales y desde remotos tiempos están llamados a perdurar, mares, ríos, montañas.
Naturalmente el que corresponde al hombre,  es al que se le presta mayor atención. Todo tiene que ver con todo y no puede concebirse uno sin el otro, siempre aplicando el sentido común.
Cuando la necesidad del hombre transgrede impúdicamente lo que la naturaleza le ha brindado y lo sigue haciendo, aparece como elemento subyacente y muestra todo su rigor el inevitable destino que lo involucra junto al medio agredido.
Destino, quién pudiera imaginar la marca, señal o impronta que tiene como protagonista principal al hombre. A éste le cabe la enorme responsabilidad de velar por la calidad de vida no solo de sus congéneres, sino de todo lo que lo rodea y que forma parte de su calidad de vida.
Nace el hombre condicionado a generar etapas, transitando por la vida guiado precisamente por el destino que lo acompañará hasta el final de sus días. Lo que vivió y lo que le resta está sujeto al sino, adherido a él desde que llegó al mundo, más precisamente desde su nacimiento.
Desde luego que ignora lo que le deparará el futuro, más allá que conlleva como una marca invisible, la presencia de su destino. No se puede dejar de reconocer que en determinadas circunstancias, no deja de pensar que pondrá en riesgo su propia vida y se comentará: destino marcado. Llegamos a este mundo con los derechos y deberes nos son impuestos, no estamos solos, consecuentemente obedecemos pautas para el tránsito por la vida.
Pero todo en paralelo no solo con el devenir de los tiempos, la sociedad nos obliga a comportamientos conforme un imaginario programa que nos ha sido impuesto precisamente por la vida. A unos de una manera, a otros de otra, pero inevitablemente él.
Nadie podrá escaparse, ya sea ocultándose o pretendiendo modificar lo que tiene asignado, transitando una etapa que lo trastorna sobremanera. Tendrá que aceptarlo y convivir con él pues no le queda otro remedio.
Todos los que se fueron, más los que estamos, tuvieron y tenemos el destino marcado. Unos prácticamente no tuvieron ni tienen severos pesares. Otros en cambio, la vida fue soberanamente pesada, cruel a veces, con más tristezas que alegrías y con una mochila, en el primero de los casos, harto cargada y que tal vez por ignorancia o por falta de aceptación,  no supieron o no saben aligerar.
En la antigüedad, más allá que los problemas lo abrumaron, la carga en exceso debía ser soportada, habida cuenta que los tiempos en cuanto a la idiosincrasia de una sociedad con diferentes hábitos, así lo determinaba. Los tiempos modernos predisponen al hombre a tomar decisiones heroicas cuando el intento o la concreción de ellas están a su alcance. No es, creo, que se enfrenten al destino. Éste ha determinado que así proceda. El hombre por sí solo no lo logra, está orientado, secundado, y respaldado por el sino con el cual nació.
Todo ser humano ha sido signado para que transite etapas hasta el final del recorrido para lo cual y sin saber lo que le espera dentro de unas horas, tal vez su derrotero esté marcado por una desconocida brújula y un oculto faro para que lo acompañe permanentemente.
Destino, siempre el destino, oculto, pendiente, sobre él cual apunta la espada de Damocles,  más allá de que esta comparación tenga otro sentido.
Un ejemplo: para muestra en la compra de un adminículo, el botón: hace falta uno. En este caso el mío-  qué mejor?- no he escapado a las generales de ley. Casi en el ocaso de mi vida, jamás había pasado por mi cabeza convertirme en escritor y ya está. El destino lo ha determinado así. Hubiera imaginado yo, que en el comienzo de mi adultez mayor tendría la capacidad de semejante logro?. Será del destino que así haya sucedido e igual si consigo contar con la adhesión del público. Obviamente no poseo ese hado del que se habla como para que me acompañe y obedezca a mis requerimientos. Por obra de aquel hoy me siento feliz realizando lo que me agrada. Claro que sigo adelante, hay un camino trazado que recorro dejándome llevar.
Destino, al mío hoy lo imagino como una vela encendida en el más allá que comenzó a arder apenas llegué al mundo. Hoy no sé por cuánto tiempo será. Pero es en vano preocuparse, el momento final llegará cuando se termine el fulgor de la vela. No lo veo, pero esa luz que acompañaba mi vida, ya no podrá acompañarme más, el apoyo, la brújula o faro orientador dejó de funcionar. Se encenderán otras que marcarán el destino de cada uno de los seres que vayan naciendo. Y así, fue, será y seguirá siendo indefinidamente.
De cada niño que nace, sus progenitores viven teniendo sueños, imaginando al compás de su crecimiento. De una u otra manera el hado de cada uno irá determinando qué será de él. Cada día que pasa el ser humano tiene determinado un proceso a cumplir. Por cuando tiempo se mantendrá igual, nadie lo sabe.
Inevitablemente todos pasamos acompañados por él. Lo que realmente no podemos entender y en muchos casos no aceptar, es el hecho de que cada uno tiene echada o sellada su suerte. A unos los somete a una impresionante carga emocional y/o física debiendo soportar padecimientos que jamás hubieran imaginado. La gran pregunta: porqué a mí?. Una respuesta que proviene de ciertas corrientes de opinión religiosa expone: y porqué no a ti?. Sí, difícil de aceptar. Entiendo por estar ilustrado al respecto, que la premisa particular del ámbito protestante es que se ha hecho la voluntad de Dios y que es inobjetable: Él da la vida y es dueño de quitarla como también de que sus hijos acepten esta instancia: la del constante padecimiento. Una cultura diferente a otras.
Andando la vida y a mayor cantidad de conocimientos que se adquieren, nos damos cuenta que de que el destino marcó y lo sigue haciendo, el camino a seguir. Hasta ha decidido nuestro término de habitación en ella, que puede ser hoy mismo.
Pero hay una instancia tan antigua como el mundo y tiene como protagonista principal al destino. Hago hincapié en un dolor inimaginable cual es el de la mujer madre que ha parido y echado hijos  al mundo, y el de padre, porque no? Nacen los hijos con un destino marcado, crecen, alzan vuelo formando su propia familia. Aunque en una u otra instancia algunos de los hijos tomará caminos equivocados, hasta perdiendo la vida.
Es harto frecuente que las madres sufren incuestionablemente esa irreparable pérdida: muerte, cárcel, o en algún asilo para drogadictos. Padres que han perdido la patria potestad, y progenitores a cargo de los hijos que no permiten que el otro los visite, y para colmo de males “lavándoles el cerebro” con comentarios cargados de maldad hacia el otro. Otra vez y de manera muy especial ejerciendo inexorable violencia cruel a los involucrados en carácter de víctimas.
El destino presente en la piel de cada ser humano como una marca indeleble. En suma, el costo de vivir.


OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe

Argentina. 08.12.2014

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