miércoles, 10 de diciembre de 2014

INSOLVENCIA MORAL



*Quien más quien menos, sabe ya de lo que se trata.
No todos pueden sacarse ese estigma que los acompañará toda la vida.
Pero lo grave es que cuando alguien que no se destaca precisamente por carecer de esa condición, se pavonea alegremente en cualquier sitio adonde acuda. En síntesis, dentro de la sociedad misma y se arrogue el derecho de pretender, exigir y lograr el convencimiento de los miopes o enanos mentales, es ahí donde se sienten a sus anchas, total sus obsecuentes o no se han enterado o se hacen los distraídos. Tal vez digan: y bueno, se equivocó pero ahora no da muestras de reincidir con sus travesuras.
Sociedad enferma si la hay, a la que pareciera que todo le da igual. El pecador aunque reconozca su error y se arrepienta posee y exhibe una descarada conducta como si nada hubiera pasado. Más grave aún cuando se postulan para cargos en el poder público y en puestos de relevancia. Además harto grave es la conducta del que se golpea el pecho  proclamando a los cuatro vientos, su invariable comportamiento religioso, sea de una corriente de opinión u otra, ya fuera del lugar de congregación oficia de camaleón, es decir, cambiando de color conforme las circunstancias. Cuidado!, por utilizar un lenguaje muy terrenal, expongo: el Señor tiene la filmadora en acción dentro y fuera del templo. Esta no necesita carga de batería, ya que es excepcional.
Aquí no ha pasado nada. Una sociedad permisiva e indiferente es precisamente el caldo de cultivo de otros especímenes que conforme las circunstancias, no apelan al suicidio a la japonesa ni imitan lo que determina la regla, respecto de las obligaciones morales de los capitanes de barcos,  de permanecer a bordo de los siniestrados, hasta que el mar se apropie definitivamente y hundirse con ellos. Disparar como una vulgar rata, no es cobardía según una vieja sentencia: soldado que huye, sirve para otra guerra. Al que le quepa el sayo que se lo ponga o también si moralmente puede que arroje la primera piedra. Un precepto bíblico, más precisamente San Lucas: 8,17 reza: porque nada hay oculto que no pueda ser manifestado, ni escondido, que no haya de ser conocido  y de salir a la luz. Otra sentencia pero gaucha: si te digo que la chancha es overa, es porque le he visto el pelo.
Señores insolventes morales: aunque quieran re direccionar, ya es demasiado tarde. No siempre el arrepentimiento o el jugar a las escondidas, los redimirá de su falta.


OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe
Argentina- 10.12.2014


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