EL COMPORTAMIENTO HUMANO.
*Menuda cuestión la que quiero
abordar, habida cuenta de que el comportamiento humano actual da mucha tela
para cortar. No es para menos, hay una acabada demostración de falta de
escrúpulos que verdaderamente aterra, el libre albedrío otorgado por el Creador
harto ya de tratar de mostrar al hombre cómo debía de comportarse, le otorgó la
posibilidad de elegir conforme le parecía, pero haciéndose cargo de las
consecuencias le acarrearía optar por la condición del mal.
A la luz de lo que vemos a diario sí,
dije bien, vemos, toda vez que el hombre se muestra abiertamente con una falta
total de escrúpulos, quiero decir que haciendo gala de una indiferencia total y
absoluta, obra conforme cree que procede bien. Está un poco bastante emparentado
con el egoísmo y el qué me importa.
De ninguna manera vivimos aislados,
formamos una sociedad, nos debemos invariablemente unos a otros ya que no
vivimos aislados.
A pesar de las formidables
enseñanzas de la doctrina cristiana, la falta de docencia por parte de los
administradores vicarios de Cristo, ha determinado fehacientemente que los
“creyentes” hacen oídos sordos a lo que oportunamente les fuera expuesto. La
hipocresía, el cinismo la ingratitud y otras versiones que derivan del mal, ha
hecho trizas la ética, la moral y las buenas costumbres. No se trata de ser
agorero ni escéptico, la realidad salta a la vista. La pregunta del millón: a
qué asisten a los templos, a las caminatas que imponen la realización de un
soberbio e inútil esfuerzo, si después se visten de corderos siendo lobos
rapaces.
Es penoso observar y sentir en
carne propia la daga invisible pero cortante de los integrantes de las huestes
del mal.
Recordemos al legendario Lot del
Antiguo Testamento, cuando pregunta al ángel destructor de Sodoma y Gomorra, si
encontraba determinada cantidad de justos la iría a destruir, a cada cantidad
menor respondía que no hasta llegar a uno, diciendo: si encuentro un solo justo
no la voy a destruir. Se ve que fuera de Lot y su familia, no había ni uno
solo, procediendo días después a destruirla. Sabemos que la inveterada práctica
de la homosexualidad nace precisamente en Sodoma y Gomorra: de ahí la sodomía.
Concretamente el ángel destructor
no halló ningún justo, claro que no hay regla sin excepción, sabemos que verdaderamente
hay almas piadosas, las menos.
-Del Apocalipsis o Revelación nadie
habla, pero a partir de su publicación, algunos creyentes están convencidos de
una primera y algo pequeña pero grave versión habría comenzado en el año 1914 cuando
toma efecto la primera guerra mundial. Después sobrevendría otra mucho más
grave, la 2da. Ambas por mano de hombre, pero hasta la destrucción total
conforme el sueño del Apóstol Juan, falta precisamente la más grave.
-Algo inentendible: algunas creencias
sostienen que el Creador no desea ver destruido al mundo. ¿Y entonces la visión
del apóstol? Si bien se dice que el Señor, solo desea limpiar la tierra de los
demonizados junto al mentor del mal, Juan no hace referencia a tal
acontecimiento, es decir podría quedar a modo de símbolo, que el final
contemplaría la permanencia en un supuesto paraíso terrenal poblado
precisamente por los justos.
En la antigüedad, los filósofos
griegos y más adelante otros, determinaron en sus exposiciones, como debía ser
la conducta del hombre, parafraseando de algún modo las enseñanzas de la
maravillosa doctrina cristiana.
¿Doctrina cristiana dije? ¿Qué es
eso dirán muchos, donde lo encontraste escrito? Muchos no saben que es la
Biblia, otros dicen tener una pero no saben dónde está y si la encuentran, sus
tapas están cubiertas de polvo, señal que nunca la ha tenido en sus manos,
otras yacen en los anaqueles dispuestos para la colección de libros a leer o
leídos.
Es cierto e indiscutible que la
colisión entre el hombre y el propósito de Dios data de miles de años, él fue
desobedecido desde el principio de la Creación por los primeros habitantes de
la tierra y así sin solución de continuidad. De nada sirvió el diluvio en
tiempos del patriarca Noé, hombre justo que mereció la mirada del Señor, junto
a esposa e hijos. Pasó el fenómeno meteorológico quizás el más grave de la
historia, Noé y su familia bajó a tierra, comenzó la lenta pero prolífica tarea
de poblarla nuevamente, hubo cientos o miles de inmediatos herederos.
Pero en vano sería semejante
determinación, el hombre comenzó a poblar nuevamente la tierra y volvió a las
andadas.
Así fue transcurriendo el tiempo y
desgraciados sucesos empañaron lo que tendría que haber sido una apacible vida.
La permanente provocación al Creador con una insolencia más indolencia y otras
condiciones que derivan del mal, obligó al Señor, harto ya de tanta falta de
respeto aún al sacrificio que a modo de símbolo fue hecho por su unigénito y
primogénito hijo, otorgarle el libre albedrío con la condición que en caso de
optar por la maldad, algún día deberían rendir cuentas al Tribunal Supremo de
la otra dimensión, de su conducta.
Por más que alguien se empeñe en no
reconocer tal propuesta, lo cierto es que se descuenta hay dos marcadas
diferencias: la bondad y la maldad. ¿Quién puede tener dudas al respecto?
Y hoy lamentablemente estamos
entremezclados entre unos pocos que pensamos ligeramente asombrados como el
hombre va mutando rápidamente en su comportamiento. Por un lado en la doctrina
cristiana hay una importante mención respecto de lo que sobrevendría al mundo de seguir con la tesitura de enancarse con el Diablo; téngase en cuenta
que el libro sagrado que se llama Biblia, fue escrito hace miles de años y
desde entonces el hombre no quiere entrar por la variante que significa no
involucrarse en la ética, la moral y las buenas costumbres. Así estamos: quizás
la falta de una seria y severa docencia por parte de los encargados de conducir
adecuadamente al rebaño de seguidores, hace que el hombre adopte lo que más le
conviene sin pensar en el mal que hace a sus congéneres. Es común observar
entonces una cadena infame de actitudes dañinas como la ingratitud, la
hipocresía, el cinismo, la falta de compromiso, la disolución de la familia,
etc. ha calado hondo en la mayoría de la sociedad perjudicando a aquellos seres
que respetan a ultranza la ética, la moral y las buenas costumbres. Una cita
bíblica cuya antigüedad se remonta a miles de siglos, ya profetizaba la
cadencia indiscutible de una conducta proba en todos los aspectos. Iluminados
quienes escribieron la doctrina cristiana, anticipándose a lo que hoy
observamos impávidos: una conducta deleznable y ruin. No escuchamos un mea
culpa frente a las actitudes que colisionan con la gente de bien., Timoteo 3: 1
al 5 del Nuevo Testamento.
¿Amor al prójimo? Qué obligación
tengo dirán algunos, bastante tengo con lo mío como para ocuparme de los otros.
En uno de los párrafos anteriores
cité tres nefastas condiciones, a saber: hipocresía, cinismo e ingratitud.
Hipocresía: Fingimiento de sentimientos, ideas y
cualidades, generalmente positivos contrarios a los que se experimentan.
Cinismo: desvergüenza o descaro en el mentir o en la
defensa y práctica de las actitudes reprochables.
Ingratitud:
desagradecimiento, falta de
reconocimiento de los favores recibidos.
Este cúmulo de condiciones
negativas, no resiste el menos análisis, toda vez que el hombre no vacila en
tomarlo para sí en claro detrimento del prójimo. Esto supone un comportamiento
reñido con la moral, la ética y las buenas costumbres. Pero tendremos que
admitir que gran parte de la sociedad está carente de docencia, ya que no
cunden los buenos ejemplos, esporádicamente encontramos a alguien sumamente
solidario al que deberíamos tomarle una fotografía. Ni en los estamentos
religiosos ni en otras entidades que dicen enarbolar la bandera del compromiso,
se hace hincapié en el comportamiento con el otro, tal pareciera a la luz de lo
que vemos además en los medios televisivos y mucho por parte de energúmenos que
se dicen cronistas de espectáculos como así también y la caterva de analistas
políticos que solo sirven para lanzar toxinas al aire contaminando y dicho en
buen romance el ambiente, lo que a muchos les obliga a decir: para lo que hay
que ver. Aberrante verdad. Quizás y ojalá que sea pronto, se revierta esta
situación que se constituye en un gran negocio para siniestras corporaciones
que pretenden lograr y lo consiguen un vasto rosario de anunciantes y
televidentes que gozan y se alimentan estos últimos al mejor estilo masoquista.
Bien, por estas alturas, creo haber
echado una amplia mirada a la conducta del hombre, también llamado
comportamiento humano.
OSCAR
Rosario, Provincia de Santa Fe
Argentina – 10.04.2018.
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