Desde siempre se
habló de nuestra riqueza idiomática. Algunos opinan, como Pablo Neruda, que la
conquista española nos dejó un precioso legado. Se refería al lenguaje. No
comparto esa opinión, más allá de que nadie puede dejar de reconocer la jerarquía del escritor.
Lástima grande que aquellos aventureros dejaron una impresión tan deplorable
por los medios utilizados para despojar vilmente a los países latinoamericanos
de riquezas naturales. El idioma quedó como una señal, un sello, un estigma.
Una pena- según mi modesta opinión- que las expresiones del gran artista
chileno, mezclan el idioma con una
presencia salvaje, infame y ruin. Qué aportaron?, bueno, de resultas de
violaciones masificadas y/o entregas de las naturales, emergieron innumerable cantidad de mestizos. Indios y
españoles nativos al fin.
En realidad, no
se puede negar la calidad de esta lengua con tamaña cantidad de términos.
Vergüenza ajena que merced a intromisiones propias del crisol de razas que se instaló
en el país, más una docencia empobrecida en conceptos, se fue incorporando
masivamente un lenguaje plagado de acepciones desconocidas que calaron hondo en
la costumbre de los ciudadanos, particularmente los notables de la antigüedad.
No es fácil a ciencia cierta determinar un tiempo preciso en que el principio
del uso de la lengua española fue paulatinamente quedado de lado. La aparición
del lunfardo, un “idioma” orillero y ramplón se incorpora al uso en un ambiente
de malevos que pesaban en los arrabales, no de lo más granado de la sociedad.
Sin embargo, surgieron poetas de fuste que hicieron honor al idioma aunque
utilizándolo fragmentado pero con calidad y riqueza abundante, que hoy se
constituyen en verdaderos documentos. Los cultores de un idioma razonablemente
delicado, se los encuentra en países vecinos también, aunque utilizan términos
diferentes a los nuestros para señalar el mismo objeto o lo que fuere. Así
vemos que emplean palabras para algo que a nosotros nos cuesta decirlas aún en
voz baja.
Por unos años se
habló no el castellano precisamente, pero se utilizaba un idioma rebuscado, no
elegante, tampoco chabacano. El argentino si lo aprendió, no lo usa
precisamente lo que implica no habar con propiedad. En las escuelas
particularmente del nivel secundario, siempre fue una materia respetable, pero
la calle y los medios, cuando no, fue marcando todo un estilo.
Es, por lo tanto
una verdadera lástima que con el timbre de voz del argentino, salvo la tonada
que caracteriza a algunas zonas del país, se diga: voz argentina. Una verdadera
pena que se haya deformado el idioma de una manera tan burda, con incorporación
de términos a modo de comparación y ya es común el empleo del acento en casi
todas las palabras en tiempo de verbo, terminadas con la letra a. Ejemplo:
jugá, ganá, estudiá, andá, etc. etc., cuando lo correcto es: juega, gana,
estudia, ve.
Pregunto: quién
autorizó particularmente a los medios, como así también a aquellos que elaboran
cartelera publicitaria callejera o en vehículos del transporte público de
pasajeros, a destacar ese mamarracho donde por otra parte predomina el tuteo
como una evidente falta de respeto a la delicadeza en el trato. Algunos dirán:
bueno, no es para tanto, pero entonces quitemos de la docencia a los profesores
de castellano, ya que ellos escriben con la mano lo que la mayoría borra con el
codo (comparación mediante). No me incluyo en esa problemática.
En el año 2004,
se llevó a cabo en esta ciudad de Rosario, Provincia de Santa fe- Argentina, el
tercer Congreso Mundial de La Lengua. Concurrieron los más encumbrados
referentes de habla hispana. No trascendieron los resultados ni los temas en
trato. Solo y realmente esporádica gracias a Dios, se nos muestra la poco
edificante exposición de un conocido humorista argentino hoy desaparecido,
dándole prensa casi como un homenaje, a un término grosero propio del vulgo que
en mi opinión nada tenía que ver con el evento. En suma, otra versión de la
paradoja que aparece en contradicción con la seriedad nada más y nada menos que
el correcto uso del idioma. Como opinión personal se me ocurre que la nota
humorística desprestigiaba el carácter del congreso otorgando una imagen nada
positiva al evento. De no creer la risotada de los “genios” de la pluma y la
palabra. Una extemporánea demostración de falta de respeto al pueblo, que
esperaba una verdadera y ejemplificadora muestra del verdadero uso del idioma.
No sé de que se reían y porqué.
Otro alegato y van…..
Volviendo al uso
del idioma, parece que también a él le tocó aquello de la libre expresión que
ya sabemos se refiere a que en todos los medios de difusión se puede decir lo
que a cada uno le parece bien. Controlar este aspecto podría suponer la
imposición de censura: palabra prohibida por estos lares. Otro atentado grosero
al idioma.
Hablar no
significa utilizar el idioma en todos sus aspectos, los escritores meticulosos
al fin, respetan el idioma si bien no el original, pero cuidando el uso de las
palabras en forma correcta, sin incurrir en un lenguaje procaz o soez. Incluyo
terminantemente a ciertos redactores en cargos directivos, que aprovechan la
chatura intelectual de un buen número de admiradores de la prensa chatarra que
se ocupa de personajes con solvencia moral cero. Deja ganancias, es su
adicción. Están contaminados y llenos de mosto, pero el tiempo, los hábitos son
los que marcan el compás y si no se
puede evitar, hay que escuchar la “música” que ellos difunden.
Hace ya algunos
años. En TVE. Madrid, un conductor de programas de salud, sí que utilizaba el
castellano a la perfección, con el frecuente uso de verbos como tenéis, habéis,
etc. Términos originales del idioma pero infrecuentes oir.
No puedo dejar de
destacar el uso deformado en grado sumo por la juventud.
En efecto, una
modalidad que si bien no entraña peligro, somete ya desde adolescentes a una
muy particular manera de escribir. Lo hacen breve, conciso y con errores (yo
los tildo de horrores). Palabras abreviadas, que no contribuyen en nada al uso
enriquecido del idioma. El uso de la telefonía móvil contribuye en la juventud
a utilizar un lenguaje expeditivo, empobrecido, estúpido y propio de una miopía
mental sin límites. Leer, qué es eso?. No podía dejar de mencionar el uso de la
computadora que absorbe un precioso
tiempo que bien podrían aprovechar para estudiar o leer. En definitiva, esa
práctica no les otorga un excepcional aprendizaje. Salvo que los móviles
ofrecen algún programa de preguntas y respuestas, que no se corresponde a los
más jóvenes, carentes de una cultura apropiada.
La cultura de los
pueblos depende en gran medida de nosotros, como también aquello de no perder
la memoria.
Los padres
generalmente, no todos, utilizan un lenguaje razonable toda vez que quieran
hacer docencia entre sus hijos. Pero la calle es como una propaladora de
aquellos malos hábitos. Creo que todos entendemos el origen. Por si todo esto
fuera poco, se anuncia la aparición de teléfonos móviles con frases hechas, de
manera de ahorrar tiempo y esfuerzo en el marcado de teclas de pequeño tamaño,
algo diferente a los tradicionales teclados de máquinas de escribir, calcular o
computadoras. Se utilizan códigos que al aparecer y ser oprimidos mostrarían
frases convencionales completas.
Y así estamos.
Los docentes se ven superados por una caída vertiginosa de prácticas y teorías según
les fueron enseñadas, a consecuencia de
la inconducta irresponsable de los educandos sostenidos sin límites por la
mayoría de sus progenitores. Afortunadamente no muchos que con una cochina verborragia
y puños crispados, defendiendo a los bastardos sin escuchar siquiera una
palabra de los maestros. Ejemplos de palabras soeces, que son escuchadas por
los “niños” y así por añadidura se sienten respaldados por considerarse
víctimas.
Y la afrenta al
idioma, se ve que a muchos poco les importa, sino que sean masoquistas y se “castiguen”
con la mayoría de nuestros programas de TV. No hace falta indicarles que los vean,
existe sí, una repulsa general.
OSCAR
Rosario, Pvcia.
de Santa Fe
Argentina-
04.09.2015
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