viernes, 4 de septiembre de 2015

LA DEFORMACION DEL IDIOMA


 Desde siempre se habló de nuestra riqueza idiomática. Algunos opinan, como Pablo Neruda, que la conquista española nos dejó un precioso legado. Se refería al lenguaje. No comparto esa opinión, más allá de que nadie puede dejar  de reconocer la jerarquía del escritor. Lástima grande que aquellos aventureros dejaron una impresión tan deplorable por los medios utilizados para despojar vilmente a los países latinoamericanos de riquezas naturales. El idioma quedó como una señal, un sello, un estigma. Una pena- según mi modesta opinión- que las expresiones del gran artista chileno, mezclan el  idioma con una presencia salvaje, infame y ruin. Qué aportaron?, bueno, de resultas de violaciones masificadas y/o entregas de las naturales, emergieron  innumerable cantidad de mestizos. Indios y españoles nativos al fin.
En realidad, no se puede negar la calidad de esta lengua con tamaña cantidad de términos. Vergüenza ajena que merced a intromisiones propias del crisol de razas que se instaló en el país, más una docencia empobrecida en conceptos, se fue incorporando masivamente un lenguaje plagado de acepciones desconocidas que calaron hondo en la costumbre de los ciudadanos, particularmente los notables de la antigüedad. No es fácil a ciencia cierta determinar un tiempo preciso en que el principio del uso de la lengua española fue paulatinamente quedado de lado. La aparición del lunfardo, un “idioma” orillero y ramplón se incorpora al uso en un ambiente de malevos que pesaban en los arrabales, no de lo más granado de la sociedad. Sin embargo, surgieron poetas de fuste que hicieron honor al idioma aunque utilizándolo fragmentado pero con calidad y riqueza abundante, que hoy se constituyen en verdaderos documentos. Los cultores de un idioma razonablemente delicado, se los encuentra en países vecinos también, aunque utilizan términos diferentes a los nuestros para señalar el mismo objeto o lo que fuere. Así vemos que emplean palabras para algo que a nosotros nos cuesta decirlas aún en voz baja.
Por unos años se habló no el castellano precisamente, pero se utilizaba un idioma rebuscado, no elegante, tampoco chabacano. El argentino si lo aprendió, no lo usa precisamente lo que implica no habar con propiedad. En las escuelas particularmente del nivel secundario, siempre fue una materia respetable, pero la calle y los medios, cuando no, fue marcando todo un estilo.
Es, por lo tanto una verdadera lástima que con el timbre de voz del argentino, salvo la tonada que caracteriza a algunas zonas del país, se diga: voz argentina. Una verdadera pena que se haya deformado el idioma de una manera tan burda, con incorporación de términos a modo de comparación y ya es común el empleo del acento en casi todas las palabras en tiempo de verbo, terminadas con la letra a. Ejemplo: jugá, ganá, estudiá, andá, etc. etc., cuando lo correcto es: juega, gana, estudia, ve.
Pregunto: quién autorizó particularmente a los medios, como así también a aquellos que elaboran cartelera publicitaria callejera o en vehículos del transporte público de pasajeros, a destacar ese mamarracho donde por otra parte predomina el tuteo como una evidente falta de respeto a la delicadeza en el trato. Algunos dirán: bueno, no es para tanto, pero entonces quitemos de la docencia a los profesores de castellano, ya que ellos escriben con la mano lo que la mayoría borra con el codo (comparación mediante). No me incluyo en esa problemática.
En el año 2004, se llevó a cabo en esta ciudad de Rosario, Provincia de Santa fe- Argentina, el tercer Congreso Mundial de La Lengua. Concurrieron los más encumbrados referentes de habla hispana. No trascendieron los resultados ni los temas en trato. Solo y realmente esporádica gracias a Dios, se nos muestra la poco edificante exposición de un conocido humorista argentino hoy desaparecido, dándole prensa casi como un homenaje, a un término grosero propio del vulgo que en mi opinión nada tenía que ver con el evento. En suma, otra versión de la paradoja que aparece en contradicción con la seriedad nada más y nada menos que el correcto uso del idioma. Como opinión personal se me ocurre que la nota humorística desprestigiaba el carácter del congreso otorgando una imagen nada positiva al evento. De no creer la risotada de los “genios” de la pluma y la palabra. Una extemporánea demostración de falta de respeto al pueblo, que esperaba una verdadera y ejemplificadora muestra del verdadero uso del idioma. No sé de que se reían y porqué.
Otro alegato y van…..
Volviendo al uso del idioma, parece que también a él le tocó aquello de la libre expresión que ya sabemos se refiere a que en todos los medios de difusión se puede decir lo que a cada uno le parece bien. Controlar este aspecto podría suponer la imposición de censura: palabra prohibida por estos lares. Otro atentado grosero al idioma.
Hablar no significa utilizar el idioma en todos sus aspectos, los escritores meticulosos al fin, respetan el idioma si bien no el original, pero cuidando el uso de las palabras en forma correcta, sin incurrir en un lenguaje procaz o soez. Incluyo terminantemente a ciertos redactores en cargos directivos, que aprovechan la chatura intelectual de un buen número de admiradores de la prensa chatarra que se ocupa de personajes con solvencia moral cero. Deja ganancias, es su adicción. Están contaminados y llenos de mosto, pero el tiempo, los hábitos son los que marcan el compás y si no  se puede evitar, hay que escuchar la “música” que ellos difunden.
Hace ya algunos años. En TVE. Madrid, un conductor de programas de salud, sí que utilizaba el castellano a la perfección, con el frecuente uso de verbos como tenéis, habéis, etc. Términos originales del idioma pero infrecuentes oir.
No puedo dejar de destacar el uso deformado en grado sumo por la juventud.
En efecto, una modalidad que si bien no entraña peligro, somete ya desde adolescentes a una muy particular manera de escribir. Lo hacen breve, conciso y con errores (yo los tildo de horrores). Palabras abreviadas, que no contribuyen en nada al uso enriquecido del idioma. El uso de la telefonía móvil contribuye en la juventud a utilizar un lenguaje expeditivo, empobrecido, estúpido y propio de una miopía mental sin límites. Leer, qué es eso?. No podía dejar de mencionar el uso de la computadora  que absorbe un precioso tiempo que bien podrían aprovechar para estudiar o leer. En definitiva, esa práctica no les otorga un excepcional aprendizaje. Salvo que los móviles ofrecen algún programa de preguntas y respuestas, que no se corresponde a los más jóvenes, carentes de una cultura apropiada.
La cultura de los pueblos depende en gran medida de nosotros, como también aquello de no perder la memoria.
Los padres generalmente, no todos, utilizan un lenguaje razonable toda vez que quieran hacer docencia entre sus hijos. Pero la calle es como una propaladora de aquellos malos hábitos. Creo que todos entendemos el origen. Por si todo esto fuera poco, se anuncia la aparición de teléfonos móviles con frases hechas, de manera de ahorrar tiempo y esfuerzo en el marcado de teclas de pequeño tamaño, algo diferente a los tradicionales teclados de máquinas de escribir, calcular o computadoras. Se utilizan códigos que al aparecer y ser oprimidos mostrarían frases convencionales completas.
Y así estamos. Los docentes se ven superados por una caída vertiginosa de prácticas y teorías según  les fueron enseñadas, a consecuencia de la inconducta irresponsable de los educandos sostenidos sin límites por la mayoría de sus progenitores. Afortunadamente no muchos que con una cochina verborragia y puños crispados, defendiendo a los bastardos sin escuchar siquiera una palabra de los maestros. Ejemplos de palabras soeces, que son escuchadas por los “niños” y así por añadidura se sienten respaldados por considerarse víctimas.
Y la afrenta al idioma, se ve que a muchos poco les importa, sino que sean masoquistas y se “castiguen” con la mayoría de nuestros programas de TV. No hace falta indicarles que los vean, existe sí, una repulsa general.

OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe

Argentina- 04.09.2015

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