viernes, 28 de junio de 2019

.ES VERÍDICO




Generalmente las historias que aquí cuento, a veces se inscriben en la realidad, otras en la fantasía. Esta se trata de un hecho real, si lamentablemente como lo digo, y deseo compartirlo con mis amigos lectores.

Hoy con 81 años, viuda con muy buena salud, con hijos nietos y pronto, biznietos.
Paso a relatar mi historia que a la luz de lo que me recientemente me aconteció, no hubiera querido contarla.
Voy al comienzo de una larga historia de vida.
-¿Me permite este baile señorita?
-Sí claro joven.
Al compás de la música de entonces, con orquestas típicas, características o de jazz, pasábamos buena parte de los fines de semana. Éramos cinco inseparables amigas que al llegar el fin de semana preparábamos los atuendos muy vistosos como el peinado y el calzado por aquellos tiempos. El hombre impecablemente vestido con traje y corbata, zapatos taco y punta bien lustrados, cabello impecablemente peinado, no existía el hombre dejándose la barba como allá lejos y en el tiempo. Tres piezas como se llamaba- de cada género- un descanso para propaganda y así durante toda la velada. Cuántos casamientos habrán comenzado en el baile, cuántas lágrimas, alegría, risas y el inevitable comentario al regreso a casa, muchas veces caminando una buena cantidad de cuadras sin riesgo alguno. Pero quedó muy atrás. Ustedes conocen lo que hoy se acostumbra. A esperar otro fin de semana o algún día festivo en medio de ella y al pic nic o al baile a la noche. El hombre no podía ingresar a la pista en mangas de camisa. Ni se arrimaba. Una historia muy larga que me hará perder la esencia de lo que quiero contarles.
-Bueno señorita, su nombre por favor.
-Amalia es mi nombre, Rivero mi apellido, ¿y el suyo?
-Roberto, Ramírez, un servidor.
-Roberto, ¿vendrá el próximo domingo?
-Quiero darlo por descontado, aunque como dice el tango...cómo son largas las semanas……¡¡¡¡
-Sí, es cierto, bueno Roberto nos vemos pronto.
-Hasta pronto Amalia.
Amalia trabajaba en un taller de confección de trajes para una afamada sastrería céntrica.
-¿Cómo le quedará este saco? ¿y este pantalón?. Hermoso color junto al chaleco. Qué bien viste Roberto, ¿a qué se dedicará?
Inevitablemente llega el domingo, hora señalada, el galán esperado por Amalia llega a primera hora. Un saludito a la distancia, las chicas amigas de ella codeándose al verlo entrar. !!!Qué tiempos aquellos¡¡¡

El tiempo no se detiene inexorablemente, las hojas del almanaque van cayendo, las suelas de los zapatos también, las etapas de la vida se van quemando, algunos con pocas recorridas, otras con muchas, otros ya en el ocaso de la vida. Siempre fue así desde la Creación.
Estos jóvenes a ojos vista, estaban destinados a unirse en matrimonio y así fue. Boda por iglesia, anillos y promesa de amor imperecedero. Unión civil, lo mismo: hasta que la muerte los separe. Y una vez aconteció, pero eso fue muchos años después.
Habíamos dicho que la dama trabajaba en un taller de confección de trajes para hombres, prenda inevitable de usar. Era como una obligación, no se concebía un señor sin ese atuendo.
-Pasaron algunos años, la sastrería sentía el inevitable aluvión de la moda y los requerimientos del traje, chaleco incluido, iban camino si bien no a la desaparición pero sí, al uso limitado a ciertas especialidades, bancarios, médicos, políticos, alguno que otro periodista de tv. y agentes de propaganda médica. Tocante a Roberto, él trabajaba en una editorial, que no tenía problemas económicos, siempre había trabajo, siempre publicidad. El sueldo no era de los mejores, pero el trabajo a pleno.
Monotonía como siempre, el mundo seguía andando, los chicos, Clotilde, Octavio, Lucerna y el más chico Luciano, ya transitando por la disciplina primaria, eran menores todavía.
Llegaría un día en que Amalia aguardaba con impaciencia la llegada de su esposo para transmitirle una novedad que lo dejaría expectante: se había encontrado con una vieja amiga de la infancia a la que hacía bastante tiempo no veía. Y así fue el comienzo de la novedad.
-Hola Amalia, qué chico es el mundo, después de tanto tiempo volver a encontrarnos.
-Sí, no hay duda alguna, una inmensa alegría. Venga ese beso y abrazo tan necesarios en tiempos difíciles. De Zara hablo.
-Amiga tengo que comentarte algo, vamos a ese bar y charlamos un rato. En realidad, es un poco aventurado hacer planes así tan complicados. Es que ya con Adelmo hemos decidido irnos del país, precisamente a los Estados Unidos de Norteamérica para trabajar. El oficiaría de barman y adicionista- siempre su oficio- yo como ayudante de cocina por las mañanas y camarera o mesera desde el mediodía hasta cerca de la medianoche. El propietario del restaurante tiene por los argentinos una especial consideración, los conoce trabajadores y responsables. Les da- en principio- dos habitaciones, una para ellos, otra para los chicos, solo hay que hacer un biombo de separación entre los menores, hasta que una vez registrados, aguarden la entrega en bajo alquiler, de un departamento en una de las tantas torres, construidas o a construirse. También les consigue la visa de manera de no ser inmigrantes ilegales. Ya estamos ultimando detalles, como estamos alquilando una casa amueblada, son pocas las cosas para llevar. Ya obtuvimos los pasaportes, dinero para el viaje tenemos bastante, solo falta un poco que aportará mi hermano Carlitos.



-Mira que bien¡¡¡, cuando te vayas avísame para despedirnos con una cenita en casa, te parece bien?
-Sí por supuesto, ya te avisaré, iremos a saludarles cuando tengamos todo preparado.
Llegó el día, se reunieron y despidieron.
-Amalia, si ustedes están de acuerdo, veré la posibilidad de ubicarlos allá, piénsenlo y me avisan, estoy convencida de que nos irá bien. Ustedes verán con el tiempo.
Así fue, Zara y Adelmo con sus hijos partieron cargados de expectativas, se ubicaron en el Norte de América, Estado de Ohio. Tomaron el trabajo aludido anteriormente, a cada uno en su puesto. Los chicos fueron inscriptos en un colegio público al que iban y volvían en un micro dispuesto por el establecimiento escolar.
Habiendo pasado casi un año, las comunicaciones telefónicas entre las amigas, era una constante. Zara y Adelmo estaban tranquilos y mostraban entusiasmo.
-Amalia, no te niego que extrañamos aquello, pero acá no nos preocupamos por la falta de trabajo y la inseguridad, esta es una constante en los lugares donde residen los mejicanos y los negros, vagos, delincuentes peligrosos, pero estamos lejos del estado donde residen.
-Tengo una novedad para contarte: hay algunos restaurantes que ocuparían a ustedes ya que tienen un particular apego por los argentinos. Ya nos han hablado.
-Piensen ustedes, tómense el tiempo necesario, ellos les aseguran trabajo, lugar donde residir y la visa correspondiente.
Entonces Amalia y Roberto decidieron acudir al Pastor Ibañez de un templo cercano a su domicilio y a quienes conocían.
-Queridos amigos: es una postura difícil tener que decidir respecto de algo tan complicado. Es para mí un compromiso, pero trataré de ubicarme en el punto medio del equilibrio. Imaginen una balanza de dos platos: en uno, una pesa liviana, en el otro un detalle de todo el pro y los contras que aparecen para decidir. Para el equilibrio, se necesitan muchos argumentos. Pero para hacérselo más fácil, les daré una opinión: 1º- averigüen con sus patronos la seguridad o continuidad de sus actividades laborales, si les habla de reducción con cesantías o probable cierre, ya está todo resuelto: a irse.
Para el caso de que decida irse, lo harán, pero si vuelven me comprometo a que por un tiempo vivirán en la casa pastoral o en algunas de las habitaciones contiguas al templo, mientras me contacto con amigos para que consigan trabajo.
No se hicieron rogar, partieron a con su amiga Zara, ocupándose en tareas gastronómicas como ella lo hacía. Estuvieron unos cinco años y decidieron volver. Hasta que se independizaron aceptaron temporalmente las comodidades que le ofreció el pastor. Es ocioso seguir contando, se rearmaron y a vivir en el país natal de nuevo. Años después, Roberto partiría de este mundo, dejando a Amalia con sus cuatro hijos- dos mujeres, dos varones. Estudiaron, trabajaron, contrajeron

matrimonio las dos mujeres y uno de los varones,  Luciano el otro hijo hizo pareja con una mujer que tenía un hijo pequeño, con ella estuvo unos doce años hasta que ella comprobó que la engañaba, fue así que lo echó de la casa, poniéndole una valija con sus ropas y arrojándola debajo del porch de la casa donde residían. Para que él no pudiera ingresar, cambió la cerradura. Luciano no tuvo más remedio que irse. Se alquiló una habitación y estuvo desesperado un tiempo, hasta que conoció por la red social a una mujer que dijo estar soltera haciendo tareas de mucama en un hotel en una localidad bastante distante de donde Luciano residía. Él le pidió amistad y algo más, enviándole una fotografía. Ella lo aceptó, él se fue. Casi a diario se comunicaba con su madre y hermanas, hasta que un día…no respondiendo a las llamadas telefónicas y sospechando algo raro, una de ellas decidió viajar al sitio donde Luciano dijo que residía. Recién allí, la hermana comprendió el silencio puesto de manifiesto. Luciano se había quitado la vida, el departamento totalmente cerrado y un olor nauseabundo provenía de dentro de alguna de las habitaciones, acudió primero a la policía y luego dispuso la presencia de un cerrajero, quien abrió la puerta y el cuadro fue desgarrador, buscaron pruebas determinantes de su decisión…nada, ni una carta. La ropa dando muestras de un descuido total. Quedó a cargo de la policía investigar  si la mujer a quien había conocido tenía responsabilidades en el caso, lo que sí dio pautas de que algo raro había ocurrido, fue encontrar el vestuario de Luciano, en completo desorden: camisas sucias, algunas faltándole botones, pantalones arrugados, un conjunto de muestras de que ella quizás no se ocupaba de él. La hermana, con autorización judicial, dispuso la cremación del cuerpo y su sepultura en una necrópolis cercana al lugar de residencia de la familia. Un misterio total el hecho de la mujer no se interesó en hacer buscar a la supuesta concubina de Luciano, un misterio total. ¿Ocultamiento de algo extremadamente irregular respecto de la conducta de aquella?

*Bueno amigos, más allá del dolor por la irreparable y misteriosa partida de este hombre relativamente joven, es todo lo que sé y expuse en la presente obra sujeta a la verdad de quien me acercó la historia, persona de la más absoluta confianza mía. Ojalá haya sido de su agrado la narración, no el hecho en sí mismo. Hasta otro encuentro.

OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe
Argentina- 13.10.2018.




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