Me llamo Mariana Robles, 49 años de edad, divorciada, sin hijos.
Trabajo en una inmobiliaria, como Tasadora y a cargo del rubro
Alquileres. Una enfermedad pertinaz vino a tronchar mi carrera. Estoy con
licencia médica prolongada. Su grado extremo me imposibilita salir a la calle.
Todo aquel que la ha padecido o la padece aún en grado menor, pierde la
capacidad de poseer voluntad. Cerebro deprimido no ordena. Carece de voluntad.
Quiere estar permanentemente en cama, nada le importa. Lo mío es inenarrable.
Estoy asistida por un psiquiatra de renombre. Alega que la depresión junto al
estrés como primer atacante, son los males del siglo. La sumatoria prolongada
del primero como primer atacante, provoca por lo general la depresión. Cuadros
leves de él suelen quedar en el tiempo y no manifiestan una eclosión. Subyacen
en el individuo. Mi médico intenta con medicamentos varios, soy un conejillo de
indias. Consulta tratados médicos, además se ilustra con publicaciones
específicas, asiste a congresos. Simultáneamente me recomienda que yo aporte
una cuota de ayuda para lograr apuntalar una terapia capaz de sacarme del pozo
de la depresión. Dispuso para mí la presencia de una acompañante terapéutica
para que estuviese permanentemente a mi lado. Estaba en una obsesiva actitud de
hacerme volver al mundo de los seres normales. Pero seguía fracasando en todo
el desafío en el que se hallaba empeñado. La dolencia pesaba pero no mi
memoria, mi lucidez se hallaban funcionando normalmente.
Yo solo encontraba alivio estando acostada en cama aunque sufría
porque entendía que el otro mundo giraba en derredor mío. No podía leer, ni ver
televisión, radio ni hablar. Quería permanecer con los ojos cerrados y sufría.
Mis amigan me visitaban, me invitaban a salir para caminar o nadar, pero yo
muerta total. Lo que no había perdido era el apetito, pero luego del almuerzo o
cena, a la cama. A veces por la tarde me sentaba en un sillón con mi
acompañante, ella me hablaba, yo escuchaba mirándola, al rato le contestaba con
monosílabos. Mi médico me visitaba a veces con colegas. Me enteré que estaban
interesados en mi patología.
Un día, finalmente el psiquíatra me propuso practicarme una cura
(intento de cura por el sueño: hipnosis). Habló con una de mis hermanas quien
autorizó tal práctica. No hubo inconvenientes. Fui internada en la clínica
donde funciona el consultorio de mi especialista.
Comenzó la sesión 9,45 horas.
Me hizo acostar en una camilla, pidiéndome una relajación total con
los ojos cerrados, todo lo muscular totalmente distendido. La mente en blanco.
A partir de allí solo escucho su voz que se va apagando paulatinamente. Hoy no
la recuerdo.
Me llamo Cristina Tapia, 55 años, casada, esposo y tres hijos: Manuel
(Asistente terapéutico), Mauricio (electricista), América (estudiante de
Bioquímica). Mi esposo. Federico, bancario. Una hermosa familia….felices y muy
unidos. Los chicos con algún compromiso de noviazgo. Todo en orden.
A veces me pregunto: cuánta pena da el saber que existe tanta gente
enferma, pequeñas y/o graves dolencias. Tengo una amiga algo menor que yo, que
hace tiempo no veo. Mariana su nombre. Se había casado pero su matrimonio fue
un verdadero fracaso. Además no tuvieron hijos. Según me dijo, no era feliz en
su estado civil, acusaba a él de ser un mediocre, timorato y pusilánime. No
tenía iniciativas. Frío e indiferente, todo le daba igual.
--Mariana!!!
--Hola Cristina, tanto tiempo sin vernos.
--Sí, es cierto. Ha pasado demasiado y claro en ese lapso en lo que a
mí respecta, mi vida ya no es la misma, ni parecida a la que en aquel momento
en que nos vimos. Un día el hastío, la rutina,
me agotó. Dialogué varias veces con él, pero era como predicar en el
desierto, no contestaba, se limitaba a escuchar y mirar nada más. Nos
acostábamos, me daba la espalda y a los pocos segundos roncaba como bestia.
Yo en la oscuridad mirando hacia el
techo pensando que el silencio me diría algo.
Un día, me encuentro con Raquel Manrique, la recuerdas?. Le conté lo
que me pasaba y comenzó a lavarme el cerebro: el Tentador con forma de mujer.
..Oye Mariana: hace bastante que no nos vemos, te noto avejentada,
maltrecha, qué te pasa?
Estúpida como siempre le conté mis pesares.
--Pero decime idiota, a esta altura
aguantando a ese babieca, tomátelas o que se vaya. Cómo vas a quemar tu
vida tan luego vos que siempre fuiste una flor de mina, no te lo mereces.
--Mira te hago una invitación: Los viernes nos reunimos varias amigas
en el bar Star Garden de Salta y 25 de Mayo a las 21. Hs. Cenamos, luego
bailamos. Avisale que te vas a reunir y si consigues tu libertad, te esperamos.
Haz lo posible por estar.
El jueves le comenté a mi señor, a lo que me respondió: Anda, me da
igual.
Así qué te da igual?
Comencé el viernes con los preparativos para mi primera y atrevida gran
noche. Lo saludé con la mano y me contestó el saludo sin dejar de leer el
periódico.
--Hola chicas.
--Hola en coro. Eran cinco en total, entre ellas Raquel que se
abalanzó sobre mí y me expresó:
--Hurra, lo lograste!!!. Creo que no dejarás esto, vas a ver.
Cenamos y b rindamos. Luego la danza. Evidentemente era un sitio
propio para enamorados. Media luz, luces que titilaban al ritmo de la música.
Todas fueron invitadas a bailar, evidentemente se conocían. Quedé sola, pero un
rato nada más, ya que se arrimó un señor que estimaba yo tendría unos cincuenta
años.
--No puede, no debe quedar sola.
--Me siento cómoda mirando a los demás.
--Mirando sí, pero disfrutando no creo.
Me sentía fuera de lugar. Evidentemente había perdido el fragor de la juventud.
Pensé: mi lugar, a pesar de todo, es mi casa.
--Bailamos?
--Intentaré hacerlo, estoy fuera de entrenamiento.
--No importa, la música lenta si agrada la compañía, nos lleva, nos
transporta, nos gratifica y aporta justicia a las almas desoladas. Uno se
siente transportado a un mundo casi irreal, un mundo que siempre debería ser
así. La felicidad se nos niega y nos revela. Tratemos de olvidar.
Cuán diferente era Daniel, todo ternura, aunque en ese momento lo
consideraba un vulgar hipócrita. Escuchándolo me sonaba a canto de sirenas. El
mío ni siquiera en sueños.
Daniel me invitó al jardín. Me embriagué con champagne y ahí comenzó
mi papel de adúltera- Besos, abrazos, caricias y………a su departamento. Así por
un tiempo inolvidable hasta que le pedí el divorcio a mi marido. No me fui de
casa pero visitaba a Daniel bastante seguido. Porqué hablo en tiempo pasado?.
Daniel fue embestido en una carretera, por un pesado camión que salió de su
carril yendo a embestir su coche, perdiendo así la vida. No lo podía creer,
otra vez el maldito sino que me atormenta mediante la fatalidad. Me puse mal,
nada ya me importaba. No hay forma de elaborar el duelo. Ya es demasiado.
Raquel al fin se porto bien conmigo, me acompañó a visitar a una vidente. Me
hizo sentar. Todo lo que Usted me cuenta, lo escribí antes que hablara, para
que no dude respecto de mi capacidad sobre cuestiones que trastornan a las personas. Ella seguía
escribiendo, yo en silencio.
--Bueno cuénteme, dijo.
--Luego agregó: pues bien, lea lo que escribí. Sorprendida le entregué
el papel, confirmando que no se había equivocado.
--Mariana, usted necesita un psicólogo pero no uno cualquiera, el
grupo al cual pertenezco, tiene un equipo al que le tengo mucha confianza.
Trabajan en forma mancomunada y con nosotros.
--Bueno, Usted se ocupará de alguno que tome mi caso?
--Sí, aguarde.
--Hola, buenos días. Soy el Licenciado Lucas Gorostiaga. Envíeme por
fax los antecedentes de su recurrente.
--Buenos días Mariana, bueno ya sabe quién soy. Si está de acuerdo
comenzaremos mañana con las sesiones. Sabe porqué?
La medicina psiquiátrica actúa sobre la parte dañada del cerebro. Su
médico está encarando bien su terapia pero dentro de su especialidad. Eso solo
no garantiza que el alma pueda recuperar el terreno perdido. La psicología en
cambio, debe reeducar el cerebro. Es como si le enseñara a caminar de nuevo o a
hablar. Eso que es fundamental, le falta para que la terapia de rehabilitación
sea completa. En suma: de rehabilitación le hablo.
Comenzamos mañana?
--Sí, de acuerdo.
--Hola Doctor, buenos días.
--Hola Mariana, durmió bien?
--No quiera imaginar lo bien que me siento, como nunca.
--Bueno, mejor así.
--Me voy a incorporar. Hurra, me siento mucho mejor, diferente a antes
de quedarme dormida.
--Mariana, Usted habló todo el tiempo y hasta repitió el diálogo con
todos los que intervinieron en el sueño, en esa otra dimensión. Esta todo
grabado y formará parte de su historia clínica, privado por cierto.
--Dígame Dr. Que camino piensa tomar desde ahora?
--Mariana: nunca en la vida se termina de aprender. El tratamiento
psicológico lo iba a prescribir más adelante. Pensaba en un milagro antes,
aunque no creemos en eso ni en los íconos religiosos o la medicina alternativa.
Otro camino a recorrer. Apelaremos al psicoanálisis y quien nos dice que
transitaremos el camino correcto. la búsqueda de respuesta a través del sueño
inducido nos ha dado una señal.
--Pero me atrapó lo que dijo el Licenciado Gorostiaga respecto del
psicoanálisis como terapia complementaria inmediata. Como médico he recibido
una lección.
Oscar
Rosario, Pvcia. de S.Fe.
26.01.2015
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