martes, 22 de septiembre de 2015

EL USO Y EL ABUSO


No siempre estas dos condiciones van tomadas e la mano. No es necesario, más allá de que una falta de sentido común y sin tener escrúpulos en la confianza, predispongan al individuo a usarlas cuando lo crea conveniente.
El hombre necesita del primero de los términos en todo orden de la vida. Uso y más uso, desde todos los integrantes del cuerpo, hasta transporte, trabajo, etc.
La otra cuestión, es el abuso de la confianza que se hace o hacemos en función de ello. Bien claro está que las expectativas tanto de una parte como la de la otra, están centradas en la confianza que se dispensan.
Hacer uso de esto, de lo otro, es una constante a la que todo ser humano en lo cotidiano, debe echar mano, hasta en las más mínimas cosas, no se puede prescindir. Hasta aquella persona con capacidad, necesita apelar al uso de todas las condiciones que posea de manera de poder sobrevivir, aún dependiendo.
El algún momento comenzó a decirse respecto de la persona a la cual había que aprovechar al máximo. Si se puede obtener algún rédito, tanto mejor. Entonces, uso y abuso. De ahí aquello que reza: “fue o fui usado”. Una comparación a propósito de ambos significados, es tomar al hombre como objeto en lugar de sujeto.
Abusar sexualmente: aplicado específicamente cuando en un alto grado de perversidad se somete, en contra de su voluntad a otra persona de su mismo u otro sexo. Voluntad digo, pero se califica de igual modo aún cuando la víctima sometida tenga corta edad de  forma tal de tomar conciencia de lo que le ocurre.
Abuso de poder: muy común en todo aquel que tiene por su parte, un importante cargo en la esfera gubernamental, también el que luce un ilimitado poder económico. Ambas posiciones les permiten disponer a su antojo y es ahí entonces cuando aparece casi plenamente no solo el uso de los medios a su alcance sino paralela y generalmente el abuso.
El uso: como condición imprescindible, la sabia naturaleza ha dotado al hombre, a los animales y a los vegetales, de atributos sin los cuales no le se sería posible vivir. Entre éstos se encuentra la facultad de usarlos. No sabemos, de no ser así, qué sería de los seres vivos.
De todos modos, eso no da lugar a que se cometan abusos que impliquen deterioros de todo orden.
Creo que la aplicación de ambas condiciones juntas, es el común denominador en todos los órdenes de la vida.
No se puede descartar que en todo momento el hombre haya tomado eso como objetivo. Sacar ventajas pareciera una constante que se ha enraizado en la mayoría de los mortales.
Como de costumbre no se puede involucrar a todos. Aparecen casos en que el bajo perfil se hace presente. Queda demostrado que se puede.
Pero al transgresor poco o nada le interesa de qué manera obran otros.
Habrá que convenir que el libre albedrío, traducido en hago lo que quiero o lo que me parece. Si puedo aprovechar, tanto mejor, soy un convencido de que estoy haciendo bien las cosas, máxime si no recibo quejas por ello. Señal de que el que calla otorga. Realmente otra faceta de lo que reflejo en la mayoría de mis trabajos tocante a la conducta del hombre y en la de muchos, lamentablemente, estos  se han constituido en incondicionales aliados. Parte de la maldad en evidencia.
Alguien escribió cierta vez, referido a un audaz e inescrupuloso personaje de la obra que a él no le importaba nada ni nadie que lograr sus propósitos; claro, era uno de los hijos de la primer ministra de un importante país. Abuso de confianza sobre la persona de su progenitora, sin vacilar su obcecación o no le importaba o no sabía ver a quien perjudicaba con su actitud. Hasta donde llega el empecinamiento por dar rienda suelta a sus proyectos. Herir a quien más debiera protegerse.
Lamentable sí, cuando el uso y el abuso se meten en la piel de hombre.
El sometimiento de toda índole, tiene su estereotipo en la esclavitud casi particularmente. Podría discutirse esto?, creo que no resiste el menor análisis. No hay que dejar de lado, la conducta del sujeto que usa y abusa en cualquier disciplina, de sus habilidades. A veces hasta poniendo en riesgo no solo su vida, sino la de los demás.
Hay otro aspecto que también hace a la cuestión y se trata de aquel individuo adepto a alguna corriente de opinión religiosa, deportiva o simplemente a cuestiones domésticas que se empecina ante todo y contra todo, en ingresar al campo del fanatismo, que es como se dice siempre que tiene frente a sí, el árbol que no le permite ver el bosque. La moderación es un principio básico, elemental a la que el sujeto debe adherirse sin condicionamiento alguno. Es un acabado patrimonio que enriquece en lugar de envilecer.
Todo aquel que se precie de ser una persona de bien, no debe presentar fisuras en su conducta. Cuestiones de falta de respeto a la racionalidad no pueden medirse, sin embargo a ojos vista aparece como una inequívoca señal de transgredir aquel principio antes comentado.
La gula, la avaricia, la mezquindad, por citar algunas, son también razones para involucrarlos en el tema que nos ocupa.
Algunos gobernantes y dirigentes de distintos órdenes, dan la nota en cuanto a esta temática. Muy característico en muchos de ellos. Estamos tan acostumbrados a tales procedimientos que cuando aparece alguien que difiere de aquella metodología, se lo tilda de indiferente. En la década del 60 un primer mandatario, austero hasta los tuétanos, daba muestras de una humildad por demás excesivo por su investidura, a tal punto que aquella actitud,  exasperó a contrincantes políticos quienes golpearon las puertas de los cuarteles, como se decía y sus “dueños”, derrocaron al apocado jefe de estado y se hicieron del poder. Caso de uso y abuso de la humildad y el bajo perfil.
Se han planteado los dos extremos, que como de ordinario se muestran permanentemente.
Tendremos que abogar para que el sentido común, se incorpore en la piel del hombre y aquí sí, no nos lamentaremos por lo que haya dejado de existir como sucede con los mortales en su gran mayoría.

Oscar
Rosario, Pvcia. de Santa Fé

Argentina. 22.09.2015.

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