jueves, 17 de junio de 2010

EL ARREPENTIMIENTO.-

Una vez más tenemos que remitirnos al pasado, más precisamente al tiempo de la Creación.- Lo que refiere el título, acción que está en sintonía con un sentimiento que nace con el hombre, tiene su significado; el manual de consulta al cual acudimos en la procura de obtener una clara ilustración terminante y que no deje lugar a dudas, se refiere a: Acción y efecto de arrepentirse.- Acción: acto.- Efecto: pesar de haber hecho alguna cosa.- Arrepentido: que se duele de culpas.- Efecto: fin para que se hace una cosa.- Ante el resultado, nos preguntamos: si no hubiera (verdad de Perogrullo), ocurrido el primer despropósito por todos conocido, otro sería el cantar.-


Pero, siempre el pero, que nos detiene, para repasar lo que en lo sucesivo sería determinante en el andar del hombre.- Creemos y con fundadas razones que las primeras criaturas entraron por tentación irresistible a lo que conocemos como el libre albedrío.-

A poco de ser expulsados del Edén y habida cuenta de las expresiones severas del Señor tocante al destino - no solo de ellos - sino de los integrantes de la posteridad, quedó claramente - por lo que imaginamos la notable diferencia entre uno y otro ámbito.- Ellos conocieron tal vez brevemente, el mejor.- En consecuencia, tenemos sobradas razones para reconocer que habrán tenido suficientes motivos para arrepentirse ¡vaya no!.- Pasa el tiempo, cuántos hechos habrán ocurrido que merecieron el pertinente arrepentimiento.- Desconocemos si ello habrá acontecido.- Un hecho notable lo constituye las emblemáticas palabras del Señor al patriarca Noé…he decidido el fin de todo ser ya que la tierra está llena de violencia.- Génesis 6-13…pues me arrepiento de haberlos hecho 5-6-7….- Toda acción pecaminosa del hombre está en franca armonía con una conducta con los siniestros

dictados del demonio.- Esta tiene una labor preponderante en el accionar del hombre a partir de la preeminencia que puso sobre el primero de ellos y la primera mujer, a estar de las versiones que se nos muestra en el comienzo de las Sagradas Escrituras.- Allí, y al parecer tiene comienzo una cadena de actitudes que emergen precisamente de la voluntad de Dios, cual es la de sancionar severamente al hombre a partir de la falta de fidelidad a él.- A esta altura, cabe recordar, según lo expuesto anteriormente que el Señor fue el primer

arrepentido de la humanidad.- Los que hagan un obligado repaso tocante a la historia, advertirán que sucedieron hechos que dieron lugar, tanto a perdón como a arrepentimiento, o tal vez ni una cosa ni la otra, de singular relevancia, tales como la actitud de Pedro, Judas, Saulo de Tarso (en lo sucesivo Pablo), un rosario de hombres y mujeres que











atravesaron y atraviesan por la misma situación.- Quién no se habrá arrepentido, lo mismo hoy de intervenciones poco felices, ya sea por daño al prójimo o tal vez no.- Se plantea un interrogante que emerge y es inevitable, del daño que genera ceder a la presión que alienta el diablo, que da lugar a la consabida tentación .- Los resultados son ya conocidos.- Hemos aprendido que cada vez que interviene el maligno - en una actitud triunfalista - por regla general surge la tentación.- La unión tentación/maldad se hace presente quedando como resultante en gran medida un daño que a pesar de perdón (pedirlo y obtenerlo), el causante apela al arrepentimiento y a la obtención del perdón , esto por parte del ser a quien se haya inflingido la lesión tantas veces irreparable.- Desde la óptica de que el Altísimo perdona todas las faltas - para el creyente es rigurosamente cierto - por fe y convicción, el victimario (llamémoslo así) está convencido que ha obtenido el consabido perdón producto de su misericordia.- Generalmente, salvo excepciones, el causante o acude a la víctima ofreciendo su arrepentimiento o ya sea por indiferencia, vergüenza, temor a represalias (cobardía) no tiene la suficiente hombría de bien para enfrentar la situación.- Habremos de convenir que querer obtener indulgencia por parte del agredido no siempre es factible ya que ante irreparables daños, el antes y el después son inevitables; el manifiesto cambio de conducta por su parte, el daño físico, moral, que resulta, otorga pocas posibilidades de vuelta atrás.- Infinidad de veces y conforme al grado de agravio, incluye a familiares y/o a amigos quienes se sienten aludidos; el arrepentimiento y el perdón si bien tomados de la mano, no siempre contribuyen a enmendar tales errores.- Huellas imborrables, indelebles que marcarán para siempre a todos los actores.- Desde el Señor, pasando por su hijo, también por los estamentos religiosos, ya sea en forma oral o por escrito, se ha venido instando a los seres humanos a obrar como corresponde, es decir, sin la necesidad de apelar, al perdón, por un lado y al arrepentimiento por el otro.- No es difícil, el hombre al parecer ha hecho y hace uso y abuso del libre albedrío, comúnmente en el extremo mayor comprometido.-

Amar al prójimo, una utopía, indiferencia, egoísmo, bueno invariablemente una conjunción de conductas cuyo mentor ya sabemos quién es, al que por otra parte se lo sigue ciega y fielmente.- Queda evidenciado que el hombre pareciera sentirse fascinado con todo lo que tiene que ver con aquél y no pone límites a su desafortunado accionar. - Maneja códigos diametralmente opuestos a una razonable cuestión de principios; incluye también a referentes religiosos que paradójicamente no predican con el ejemplo.- Muy mal nos ha ido y nos seguirá yendo en tanto y en cuanto se haya permitido y se haga lo propio ahora, ceder al sometimiento de Satanás para su satisfacción, en detrimento de aquellos que son víctimas muchas veces involuntariamente de sus despropósitos.-

No es menos cierto que en determinadas circunstancias nos equivoquemos involuntariamente sorprendidos en la buena fe y nos veamos en la necesidad de arrepentimiento y perdón si la falta incluye a terceros.-

Concluyendo: Es una constante, dejando de lado obviamente lo que se considera un hecho consuma-

do, actuar a esta altura, con serenidad atendiendo al hecho de lo inconveniente que resulta llegar a tal extremo se haga o no daño a terceros.-

Generalmente, más allá del arrepentimiento y el perdón, la situación no tiene retorno, el hecho está, como lo está el antes y el después.- Roguemos a Dios para que nos cubra con un manto de protección y nos resbale la posibilidad de que la tentación nos involucre en la cuestión que nos ocupa.-



Oscar.- Mayo de 2010.-

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