jueves, 17 de junio de 2010

LA HIPOCRESIA

Este elemento también está lamentablemente incluído en la conducta del hombre y se refiere a fingimiento y apariencia de sentimientos.- Dícese comúnmente de la falsa apariencia de virtud o devoción.- Farsa.- Comedia.-
Lo contrario dice: Sinceridad, franqueza.-

Lindo tema que aporta buena cantidad de material digno de desarrollar, toda vez que en una sociedad conflictiva, transgresora, inmersa en no poca cantidad de controvertidas situaciones, es de imaginar que debe hacer frente a estados competitivos donde la astucia juega un rol preponderante.- Consecuentemente no es de extrañar que para obtener ventajas, simular condiciones a veces moralistas debe apelar al fingimiento o a la simulación tratando de aparecer como un elemento confiable; convincente a través de una dialéctica envolvente, escapando por la tangente cada vez que las circunstancias lo hagan menester.- Un verdadero camaleón.-

El hipócrita está instalado en la sociedad desde tiempo inmemorial.- En el Nuevo Testamento se lo menciona en circunstancias diversas.- En cuántas coyunturas nos encontramos frente a estos individuos de una catadura moral que los vuelve inconfundibles.-

Esta particular adicción de que hace uso el hombre toda vez que circunstancias especiales lo hacen menester, especula con la debilidad de seres humanos generalmente necesitados por una u otra causa.- El de mención se pavonea de capacidad para resolver situaciones generalmente apremiantes, de los que de una u otra forma sientan sus expectativas en estos siniestros sujetos que por lo general se ornamentan con una aureola de prestigio que casi siempre o siempre hacer honor a una desfachatez sin límites.- En todos los ámbitos y con una sociedad prácticamente contaminada, estos baluartes de la mentira se encuentran en su salsa.- Habremos de convenir que las necesidades de resolver problemas, de tener esperanzas, determinan que los que más precisan se dejen someter por estos desvergonzados que no vacilan en sembrar expectativas a las que generalmente acompaña el fracaso.-

En todo momento el hombre debió enfrentarse a situaciones que han merecido y merecen, habida cuenta de su carácter, se vea necesitado a recurrir a soluciones inmediatas.- En tales circunstancias, acude al impresentable de marras.- El citado entiende que está dotado de una personalidad a primera vista confiable.- Es carismático, luce una verborragia que realmente crea confianza en la víctima de turno.- Posee una condición singular por cierto, que es la de no aparecer como un farsante; su habilidad para seducir a incautos no tiene límites.- Se los encuentra en mayor escala en la clase dirigente, tristemente célebre (hoy en aumento).- Especulan sin piedad con ese atributo y siempre salen indemnes de sus permanentes fracasos.- Se los encuentra en todos los niveles con tanta impunidad habida cuenta que es difícil imputarlos.- Es de suponer que la hipocresía no tiene el condigno castigo a pesar de merecerlo.- Un graffiti lo sintetiza todo: no es grave que nos mientan, lo grave es que le creamos.- La experiencia nos muestra que siempre logran su cometido.- Esta enfermiza condición no va acompañada de sanción alguna, son inimputables, reitero.-

Debemos admitir que en una sociedad cruelmente egoísta como la nuestra, en un ambiente con altísimo grado de toxicidad y no precisamente me refiero a sustancia química alguna, sino a la perversidad de innumerables sujetos que pululan libremente a la pesca de la víctima de turno.- Convengamos que son psicópatas, no admiten vuelta atrás, nada les interesa expandir daño a quienes tienen a su alrededor; tratemos de imaginar todo tipo de necesidad del ser humano, en todos los órdenes que inevitablemente se ven defraudados, sorprendidos en su buena fe, dañados la más de las veces hasta en lo físico.-

Cuando la desesperanza se acrecienta aún hasta extremos increíbles, particularmente por ineptitud, egoísmo, qué me importa, de este arquetipo de la maldad, puesta de manifiesto por sujetos inescrupulosos, no es de esperar otra cosa que la versión personificada del Maquiavelo moderno en acción.-

Falta de trabajo, promesas de amor no correspondidas, gestión de trámites a veces engorrosos, etc. etc. y toda una gama de necesidades que desea satisfacer el hombre, hacen que los necesitados recurran invariablemente a quienes se dicen personas indicadas para resolverlas.- Lástima grande que el hipócrita de turno, siente su estandarte, prometa a mansalva, encuentre sus víctimas y aparezca la inconfundible señal que lo caracteriza.-

En consecuencia, en tanto y en cuanto el hombre persista con la maldad por un lado, con la ineficiencia, con falta de amor al prójimo, la necesidad de búsqueda de intersecciones, se hará menester.- Por una u otra razón, la necesidad de una utópica modificación de conductas reñidas con las más elementales normas de convivencia, será la panacea que desaliente a estos impresentables sujetos, aliados con el pecado y su infaltable mentor.-

Conclusión final: superada la maldad, no habrá posibilidad de toxicidad alguna.- Entiendo que de nosotros depende.- El camino está perfectamente identificado, no cuesta encontrarlo, no se necesitan mapas ni brújulas, no tiene costo económico alguno.- La proverbial ceguera de los humanos, con el árbol delante que no le permita ver el bosque, vaya metáfora!, hará que esta caterva de siniestros facinerosos logre su cometido.-

De nosotros depende, no se necesita de ninguna cumbre ecuménica que invariablemente muestra una dialéctica inservible por la desfachatez que generalmente la caracteriza.-







OSCAR - MAYO DE 2010.-

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