viernes, 14 de abril de 2017

CODICIA - AVARICIA

*CODICIA:
Deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes y riqueza.

*AVARICIA: Ídem, agregando también: mezquindad, miseria, sordidez.

Aclaraciones que fueran hechas, comenzaremos a transitar el camino de ambas condiciones que acompañan al hombre amador de ambas, desde tiempo inmemorial.
Entiendo que cada ser humano nace, con el destino marcado. Debe ser así nomás considerando que si bien hay situaciones más o menos iguales, por lo general existe, sin embargo una inexorable diferencia.
Si bien el hombre tiene la capacidad para discernir sobre lo que está bien o mal, es evidente que obra en función de lo que le conviene y aunque sabe que no está bien lo que hace, no vacila en seguir en su propósito. Se lleva puesto a aquel que se cruza en su camino.
Sobrados ejemplos certifican esta aseveración. Desde siempre y hoy, lo mismo.
Me permito recordar dos ejemplos notables si se quiere y entiendo, aunque no puedo probar su veracidad, que sirven para ponerse a reflexionar seriamente sobre su contenido.
Primero, la parábola del agricultor que va a ver a Jesús para comentarle que precisaba un granero más para seguir almacenando cereal, a lo que el Maestro le reprocha: tienes varios graneros llenos, para qué otro más?. Piensa: que si esta noche te sorprende la muerte y?????
Segundo: quién no recuerda la historia de los deseos sorprendentes de Alejando Magno?
Dos cuestiones que aunque con personajes diferentes, la historia muestra la misma esencia.
Lástima grande que para muchos esto pasa inadvertido. No les interesa saber que como llegaron al mundo, desnudos, así se irán.
No tiene ningún sentido emular a los faraones egipcios ya sabemos de qué manera eran sepultados. Hoy resulta un disparate total.
Estarían convencidos de que de algún modo podían seguir disfrutando del bienestar que en vida poseían.
Pero es para pensar. El que lo ve de afuera tiene otros principios. De todas maneras puede entenderse que los codiciosos o avarientos tienen su manera de pensar y de obrar.
El primero aspira a más pero lo disfruta.
En cambio el otro quiere seguir acumulando, pero tiene temor de menguar su patrimonio económico y llega a convertirse en un misántropo.
De todos modos ambos se convierten en esclavos del dinero. Increíble no?
Es otro de los males que asuelan al hombre.
Pecadores en sumo grado y convertidos en idólatras.
Ahora bien, uno quiere más y lo disfruta, el otro en cambio todo lo que pueda poseer, lo retiene de una manera tal que desea y necesita no ser descubierto. Es un necio incurable.
No descontamos que en los dos casos se ha apelado a espurios procedimientos para hacerse  de un suculento patrimonio económico.
Otra paradoja: es inadmisible que estos seguidores del diablo hagan gala de un egoísmo tan aberrante como ellos mismos.
En primer lugar, no siempre pero frecuente no bien habido, y los extremos a la vista. Es inentendible ya que es innecesario acopiar tanto dinero. Unos para invertirlos en placeres, el otro por solo ver semejante capital, se privan hasta de lo mínimo elemental.
Tras que nacieron desnudos, no mejorarán en absoluto. De la misma manera partirán de este mundo, y las riquezas?, quedarán para aquellos que nada hicieron.
Los contrasentidos son de nunca acabar y una vez más los extremos que es imposible juntar: la pobreza y su antónimo la riqueza.
Ese pretender más y más los trastornan de manera tal que en su frenética obsesión a cualquier precio, sin códigos y sin límites, no les interesa pensar o congraciarse con el que menos tiene. Qué se arreglen dirán.
De existir la igualdad con el sentido común puesto en esta procura, sin dudas habría menos dificultades para reflejar, menos o muy pocas razones para protestar.
Es singularmente notable que en el mismo poder se crea caldo de cultivo para la codicia, vía corrupción, hablando con un desparpajo total de moral, pero por el otro lado están acopiando impunemente dinero a raudales, en suma no predicando con el ejemplo, dando impúdicas muestras de indiferencia.
Harto vergonzoso ya que con la mayor indiferencia condimentada con cinismo, se rasguen las vestiduras pregonando constantemente que merced a su gestión, todo funciona como sobre ruedas.
Una vez más presente la codicia para seguir una constante sin solución de continuidad.
El otro aspecto, la avaricia manía enfermiza que como ya dije y tal parece que como dije, inentendible. Está como enamorado de su patrimonio, que no se permite ningún tipo de mengua; es más, se sabe de casos que estos oscuros personajes han partido de este mundo dejando depósitos bancarios que nadie puede rescatar, amén de dinero escondido que nadie puede hallar, haciendo ingentes esfuerzos para tratar de encontrarlo; lugares impensados que solo demoliendo la casa podría ser hallado.
No más para agregar, solo y a modo de conclusión final, se impone un interrogante que está a nuestro alcance responder: caprichos de la naturaleza humana?. La madre Natura deje abierta la posibilidad a todas las especies, entiendo que cada ser humano decide como proceder según lo crea conveniente. En este caso el egoísmo es proverbial. Unos mucho, otros nada. Codicia y avaricia: dos extremos que desnaturalizan al hombre.


OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe
Argentina- 14.04.2017.


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