*CODICIA:
Deseo o apetito ansioso y excesivo
de bienes y riqueza.
*AVARICIA: Ídem, agregando
también: mezquindad, miseria, sordidez.
Aclaraciones que fueran hechas,
comenzaremos a transitar el camino de ambas condiciones que acompañan al hombre
amador de ambas, desde tiempo inmemorial.
Entiendo que cada ser humano nace,
con el destino marcado. Debe ser así nomás considerando que si bien hay
situaciones más o menos iguales, por lo general existe, sin embargo una
inexorable diferencia.
Si bien el hombre tiene la
capacidad para discernir sobre lo que está bien o mal, es evidente que obra en
función de lo que le conviene y aunque sabe que no está bien lo que hace, no
vacila en seguir en su propósito. Se lleva puesto a aquel que se cruza en su
camino.
Sobrados ejemplos certifican esta
aseveración. Desde siempre y hoy, lo mismo.
Me permito recordar dos ejemplos
notables si se quiere y entiendo, aunque no puedo probar su veracidad, que
sirven para ponerse a reflexionar seriamente sobre su contenido.
Primero, la parábola del agricultor
que va a ver a Jesús para comentarle que precisaba un granero más para seguir
almacenando cereal, a lo que el Maestro le reprocha: tienes varios graneros
llenos, para qué otro más?. Piensa: que si esta noche te sorprende la muerte
y?????
Segundo: quién no recuerda la
historia de los deseos sorprendentes de Alejando Magno?
Dos cuestiones que aunque con
personajes diferentes, la historia muestra la misma esencia.
Lástima grande que para muchos esto
pasa inadvertido. No les interesa saber que como llegaron al mundo, desnudos,
así se irán.
No tiene ningún sentido emular a
los faraones egipcios ya sabemos de qué manera eran sepultados. Hoy resulta un
disparate total.
Estarían convencidos de que de
algún modo podían seguir disfrutando del bienestar que en vida poseían.
Pero es para pensar. El que lo ve
de afuera tiene otros principios. De todas maneras puede entenderse que los
codiciosos o avarientos tienen su manera de pensar y de obrar.
El primero aspira a más pero lo
disfruta.
En cambio el otro quiere seguir
acumulando, pero tiene temor de menguar su patrimonio económico y llega a
convertirse en un misántropo.
De todos modos ambos se convierten
en esclavos del dinero. Increíble no?
Es otro de los males que asuelan al
hombre.
Pecadores en sumo grado y
convertidos en idólatras.
Ahora bien, uno quiere más y lo
disfruta, el otro en cambio todo lo que pueda poseer, lo retiene de una manera
tal que desea y necesita no ser descubierto. Es un necio incurable.
No descontamos que en los dos casos
se ha apelado a espurios procedimientos para hacerse de un suculento patrimonio económico.
Otra paradoja: es inadmisible que
estos seguidores del diablo hagan gala de un egoísmo tan aberrante como ellos
mismos.
En primer lugar, no siempre pero
frecuente no bien habido, y los extremos a la vista. Es inentendible ya que es
innecesario acopiar tanto dinero. Unos para invertirlos en placeres, el otro
por solo ver semejante capital, se privan hasta de lo mínimo elemental.
Tras que nacieron desnudos, no
mejorarán en absoluto. De la misma manera partirán de este mundo, y las
riquezas?, quedarán para aquellos que nada hicieron.
Los contrasentidos son de nunca
acabar y una vez más los extremos que es imposible juntar: la pobreza y su
antónimo la riqueza.
Ese pretender más y más los
trastornan de manera tal que en su frenética obsesión a cualquier precio, sin
códigos y sin límites, no les interesa pensar o congraciarse con el que menos
tiene. Qué se arreglen dirán.
De existir la igualdad con el
sentido común puesto en esta procura, sin dudas habría menos dificultades para
reflejar, menos o muy pocas razones para protestar.
Es singularmente notable que en el
mismo poder se crea caldo de cultivo para la codicia, vía corrupción, hablando
con un desparpajo total de moral, pero por el otro lado están acopiando
impunemente dinero a raudales, en suma no predicando con el ejemplo, dando
impúdicas muestras de indiferencia.
Harto vergonzoso ya que con la
mayor indiferencia condimentada con cinismo, se rasguen las vestiduras
pregonando constantemente que merced a su gestión, todo funciona como sobre
ruedas.
Una vez más presente la codicia
para seguir una constante sin solución de continuidad.
El otro aspecto, la avaricia manía
enfermiza que como ya dije y tal parece que como dije, inentendible. Está como
enamorado de su patrimonio, que no se permite ningún tipo de mengua; es más, se
sabe de casos que estos oscuros personajes han partido de este mundo dejando
depósitos bancarios que nadie puede rescatar, amén de dinero escondido que
nadie puede hallar, haciendo ingentes esfuerzos para tratar de encontrarlo;
lugares impensados que solo demoliendo la casa podría ser hallado.
No más para agregar, solo y a modo
de conclusión final, se impone un interrogante que está a nuestro alcance
responder: caprichos de la naturaleza humana?. La madre Natura deje abierta la
posibilidad a todas las especies, entiendo que cada ser humano decide como
proceder según lo crea conveniente. En este caso el egoísmo es proverbial. Unos
mucho, otros nada. Codicia y avaricia: dos extremos que desnaturalizan al
hombre.
OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe
Argentina- 14.04.2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario