domingo, 9 de abril de 2017

TODO EL AÑO ES CARNAVAL

Un viejo tango: “Siga el corso”, habla en parte de su letra, de la frase del título.
Ya por aquel tiempo si bien la letra no lo indicaba puntualmente cuando fue escrita, puede tomarse como una queja al modo de vivir, a las costumbres, a la indiferencia como siempre, del poder de turno a los entregadores de bienes de la patria a intereses extranjeros. No se vivía bien, el común de la gente estaba sumido en la pobreza, pero nada que ver con esa clase social que se debatía y hoy lo hace, por encima de los niveles de aquella.
Por una u otra razón,  siempre ha habido y hoy pareciera más que nunca, razones para admitir que por decirlo del algún modo, el jolgorio ocupa un significativo espacio.
Un verdadero carnaval donde pululan mamarrachos de dudosa catadura moral; en sentido figurado, colombinas y arlequines ya nacen con antifaz, una careta de mascarón de proa.
Sí aquellos disfrazados, desconocidos por la mayoría, asumían el papel de personas de fantasía, mientras los que alimentan o determinan la prosecución del carnaval, lo hacen con vestuario de damas de la sociedad y donde la mayoría son hombres, no caballeros precisamente.
Así las cosas, siempre supo que esta celebración de pocos días de vida, cada año es efímera.
Pero cuando el jolgorio no tiene fin, es ahí cuando se utiliza la frase conocida.
Muchos viven con la careta por mucho tiempo y así por verticalidad, entrando en el juego lamentablemente.
Una forma de burlarse de todos, cunde la inmoralidad, poco o nada les interesa la situación de otros.
Una importante franja de los pueblos está más o menos cómoda, otras no tanto debiéndose arreglarse con limitaciones.
Muchos carenciados reciben beneficios económicos que el poder sustrae de cajas que deben ser distribuidas, caso de los jubilados como variable de ajuste. Al no poder trabajar deben arreglarse como se pueda. Lástima grande que para el Estado, el promedio de vida se va extendiendo a ojos vista. Nuestro país está convulsionado, ojalá Dios quiera que la situación no se convierta en anarquía.
Un repaso a los reclamos puntuales: erradicar la miseria, la violencia y la inseguridad, generar trabajo asegurando viviendas dignas, sueldos dignos, justicia decente y precisamente justa, derechos humanos como debiera ser, por jóvenes desaparecidas, por robos seguidos de muerte, por violaciones. Eliminar definitivamente los piquetes. Basta de carpas y quema de cubiertas. Basta de niños pidiendo por domicilios y negocios. Basta de piratas exigiendo peaje a repartidores. Salarios dignos, basta de inflación que deteriora el sueldo. Los sueldos bajos, son una constante.
Ya en los años 50 el presidente de la nación decía que los sueldos iban por la escalera. Mientras que los precios lo hacían por el ascensor.
Las emisiones televisivas son una burla constante. Toxinas para la vista y oídos. Dijo un cómico ante su maquillador: haz lo que pueda total la “gilada” consume lo que se le ofrece.
Otra burla a la sociedad: el desenfreno al volante. Conductores jugando a la ruleta rusa. Luego de causar estragos, se arrepienten demasiado tarde.
Ni en las ciudades, se respeta al peatón, primero aquellos, los viandantes que se cuiden.
Las sanciones pareciera que benefician a los infractores. Burla total, hasta ofrecen rebaja al que la paga. Increíble, se premia al infractor. Se impone anárquicamente eso de haz y vive como quieras.
Tantos elementos para protegernos de los impúdicos al volante. Vallas, lomos de burro, radares, sendas peatonales, nadie controla nada. No hay salida, ni controles. Una burla total.
En la antigua Grecia, según la historia, cada varón que nacía era sometido a un severo análisis para constatar si en el futuro podía ser un buen guerrero, caso contrario pasaba a ser alimento de los cetáceos.
Ojalá que acá no se les ocurra mandar a los ancianos a las montañas de Alaska según la historia.
Había mencionado en principio, la violencia y la inseguridad, asaltos con muertos o heridos graves, violaciones, secuestros, robos. Una ola de hechos que no se detiene.
Un contrasentido increíble, cuando un masivo y popular reclamo, se reúne públicamente con la primera cara visible de la institución que debe velar por los intereses de la comunidad en cuanto a aquello, generalmente el funcionario actuante apela a la misma excusa. Y son menores, o aquello de: nosotros los detenemos después la Justicia determina si son excarcelables o no de acuerdo al delito cometido. Si siguen sueltos o sufren leves condenas, que son cumplidas brevemente para terminar en libertad condicional. Terminan delinquiendo nuevamente y siga la fiesta.
Cada vez menos seguridad, más delitos y más construcciones de unidades carcelarias.
Las enfermedades terminales no se tratan con aspirinas. Los tres poderes del país con una impresionante cantidad de componentes y con un costo económico sideral, deberían acordar medidas drásticas al máximo, severas condenas sin permiso semanal para trabajar. Falacia total, algunos en esa condición suelen reincidir.
Para combatir ciertas costumbres como las ya señaladas, deberían generarse fuentes genuinas de trabajo, centros de capacitación y la erradicación de esos infernales asientos irregulares que sirven para lo ilegal muchas veces, cambiándolos por viviendas dignas. Así las cosas, lo que no quieren aceptar, deberían ser expulsados del  país. Una paradoja increíble: el ciudadano común enrejado en su casa, con rejas increíblemente altas, alarmas y perros guardianes. Si quieren vivir como irracionales que se vayan a vivir a alguna selva. No queda otra.
La mayoría de estos sujetos utilizan motos para el arrebato. Máquinas de alto valor más teléfonos móviles de última generación hacen pensar de donde proviene el  dinero para su compra o son robadas?
Así como estos miserables actúan con total impunidad, los políticos inútiles, cínicos e hipócritas se hacen los distraídos. O cambian de cargo o se quedan en el mismo repitiendo otro mandato merced a la estupidez humana que sigue apostando a ellos.
Así como aquellos son delincuentes, éstos son miserables de alto voltaje. Si no hicieron nada en el primer mandato, menos van a hacer en los otros. Para colmo la propia Justicia que debería pedir la reforma del código penal, como si nada. Ninguna institución se pone los pantalones largos. Salen a la calle con gafas bien oscuras y coches con vidrios polarizados…ah…y con custodia personal a cargo del erario público.
En el país de los ciegos, el tuerto es rey reza una vieja sentencia. Es triste admitir que hay muchos ciegos y por añadidura más tuertos.
Ojalá vía milagro se produzca el inmediato cambio.

OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa fe

Argentina, 09.04.2017.

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