jueves, 6 de abril de 2017

LA INFANCIA


 Irrepetible digo por esa singular vertiente de hechos que forman parte de ese ciclo.
Un notable período donde el conjunto de la familia, por regla general y como algo natural, incomparable e irremplazable, comprende un cerco que no debiera quebrarse jamás.
El tiempo transcurre inexorablemente, la infancia cierra un ciclo sano, puro e inmaculado para dar paso  como una condición de la ley de la vida, a la etapa siguiente donde todo se va modificando lentamente.
Los infantes no conocen de pesares, todo en ellos es inocencia pura, lloran si tienen hambre o algún pequeño dolor los aqueja.
Inocencia pura.
Ese espacio si se quiere bastante breve, ha quedado atrás, comienza otro ciclo. Aprende a mejorar el lenguaje, a caminar, a interpretar los llamados de atención, a distinguir mejor a los miembros de la familia y a disfrutar de los juegos propios de su edad.
Infancia, período inigualable e inolvidable, solo se piensa en jugar, comer, dormir y buscar la protección de sus progenitores, unos más apegados, otros menos.
Para ellos en su inocencia todo le da lo mismo tocante a lo que ocurre en el mundo. Ya tendrán tiempo y vaya, cuando tengan que afrontar un poco más adelante los desafíos que la vida propone.
Mezclada con la carencia de económica está la promiscuidad que va de la mano con el hambre, la vestimenta, paupérrimas condiciones de techo para guarecerse con seguridad, a expensas de los rigores climáticos, las alimañas y en condiciones deplorables de salud y educación.
La otra cara de la moneda, aquellos que nadan en la abundancia, con papás que casi nunca están con ellos, a cargo de los abuelos, o en instituciones que si bien los cuidan, no es lo mismo que estando con aquellos. Los manejan como pueden pero no prevalece el amor de madre o padre.
Y qué decir de aquellos que requieren trasplantes de órganos, ni hablar del cúmulo de expectativas que se presentan ante la carencia  de elementos (órganos) de seres vivos con enfermedades terminales o víctimas fatales de accidentes. Si no se donan órganos, estos terminan en la sepultura.
Respecto de la eutanasia o muerte digna, esto está sujeto a la ley y si esta no contempla la obligatoriedad de los médicos a practicarla.
Otras prácticas quirúrgicas: viajes al exterior a fin de concretarlos ya que en el país algunas no se realizan. Alta inversión económica. Se requiere de colectas públicas para recaudar el dinero. El Estado mira para otro lado.
Quizás piensan emular al dictador satánico alemán en la guerra de 1939 a 1945, cuando decía: a los pequeños judíos hay que eliminarlos ya que en algún momento se convertirán en hombres y serán nuestros enemigos.
Volviendo al repugnante accionar de ciertas madres que perdieron a sus hijos y no de muerte natural, sino en comportamientos violentos contra la sociedad, parecen que fueran las únicas, mientras reciben suculentos subsidios, por haber sido terroristas muertos o desaparecidos.
A modo de cruel ironía, otras madres libran una lucha sin cuartel para tratar de salvar a sus hijos de las garras de severísimas patologías, reitero, apelando a la solidaridad de la gente para recaudar fondos para el monstruo sanatorial.
Como verán queridos lectores, he abordado distintas facetas de la infancia.
Probablemente haya para más pero creo haber expuesto aunque someramente, un panorama real de cómo son las cosas, aguardando sea del agrado de todos ustedes.

OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe
Argentina- 06.04.2017




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