domingo, 4 de julio de 2010

LOS CREYENTES

Invariablemente, tenemos que remontarnos a la antigüedad, desde donde tomamos conocimiento que ya el hombre
había aprendido a creer en algo o alguien, puesta su mirada con esperanzas sin lugar a dudas.- De un principio a-
parece como evidente que con el hombre, nacía también la fe.- Con el correr del tiempo, muchas son las versiones respecto de su conducta en tal sentido. Sería redundante puntualizar una serie inacabable de ejemplos que jalona-
ron de manera indeleble la consabida historia.
Entendemos que a partir de la llegada de nuestro Señor Jesucristo, se ponen en evidencia sin lugar a dudas. diversas
manifestaciones en lo que a creencia se refiere.
La historia religiosa, en particular, da cuenta de un rosario de actitudes de fieles creyentes, de diferentes edades y
estratos sociales, que ofrendaron su vida en aras de sostener a ultranza su fe y por añadidura su entrañable amor a Cristo – incondicional a ojos vista -
Premisa que mantuvieron y que provocaron la incontenible ira de energúmenos tiranos de turno.
En esta oportunidad, dejamos de lado tantos hechos de personas que pusieron y ponen su fe en otras creencias que
nada tienen que ver con las cuestiones religiosas.
No escapa a nuestro conocimiento y es frecuente observar a pseudos creyentes que bajo un manto de virtual hipocre-
sía pretenden engañarnos con un discurso de igual carácter, aunque en el fondo y con su accionar contradictorio po-
nen de manifiesto su debilidad de servir a dos señores; ya sabemos de lo que ello resulta.
Lamentablemente es dable comprobar, que a menudo prolifera esta mezcla de especímenes discípulos del demonio
que en realidad es el que sobresale en sus espíritus, habida cuenta que con su comportamiento no dejan duda al-guna respecto de sus servicios a ese nefasto ídolo - consecuentemente, sus idólatras.-
Lo que ciertamente revela es que con el conocimiento que poseen sobre la doctrina y principios cristianos, se escu-
dan en actitudes contradictorias, que sólo conducen a crear desaliento en aquellos seres que aún no se encuentran totalmente decididos a volcar sus preferencias religiosas.
Nos consolamos en pensar que aquellos que manifiestan contrariedad entre participar en actividades religiosas y por otro lado y simultáneamente en conductas diabólicas, están inevitablemente comprendidos en esa sabia y lapidaria advertencia: No todo el que me llama Señor, Señor, entrará en el reino de los Cielos.

Recomendación final: Premisa prioritaria, congregarse, con sinceridad, vocación, sentimientos y no por el convenci-
miento de quedar bien con Dios.- Cuidado: la obligación de todo aquel creyente que se precie de tal, no termina con la ceremonia religiosa en sí; realmente comienza en el contacto con la familia, la sociedad: amigos, compañeros de
trabajo y/o de escuela y naturalmente todo aquél que conforma lo cotidiano de nuestra vida.- Que cinismo e hi-
pocresía dejan al descubierto estos personajes que tienen el tupé de servir, como dije antes, a dos señores; en mi opi-
nión congraciándose con el demonio por un lado, y contrariando el propósito de Dios por el otro, por ende el de su amado Hijo.-
Me pregunto y opino al mismo tiempo: Estos farsantes que se vanaglorian de su supuesto servicio a Dios, al final de
cada jornada y en el preciso instante que procede el balance diario y antes de conciliar el sueño, no se harán una au-
tocrítica sobre su comportamiento desafortunado del día?.
Cuán distinta la actitud de fieles creyentes de la antigüedad, y porqué no de nuestro tiempo, que al tomar estado pú-
blico su vocación ante Dios y por extensión a su Hijo, no debe admirarnos, habida cuenta que obraron y obran con
forme a los dictados de su conciencia y no con sentido figurativo (para la foto, diríamos ahora). Esa heroica fidelidad
al Señor los llevó a muchos de aquellos que nos antecedieron a dejar todo, familiares, amigos, bienes, etc. aferrándo-
se sin vacilaciones ( de allí los resultados) a aquella proverbial recomendación de Jesús, según la Parábola del Joven
Rico. Difícil olvidarla.
Conclusión:
Conductas modernas que pretenden relativizar los principios cristianos. Jesús en su corto pero inapreciable ministe-
rio dejó bien en claro de qué manera se puede y debe obrar para tener bien ganado un derecho en alguna de las mo-
radas que según Él, el Padre tiene preparada para los justos. Dice la palabra: cuando se produzca el momento, dos
estarán ……….. , el uno será tomado, el otro será dejado.- No será que entre alguno de estos habrá un creyente
hipócrita?.-
En fín, somos adultos, más de uno debidamente ilustrado; algunos se rasgan las vestiduras, hacen oración y ayuno.
Pero son lobos con piel de cordero.- ¡cuidado, el Señor sabe, observa (tal vez registre).- No sea que llegada la hora,
no les permitirá entrar.- Dijo Jesús: ahí será el lloro y el crujir de dientes.- No hagan lo de las novias que aguardando
al esposo no notaron que les faltaba aceite para las lámparas….¿entienden?.....de los hipócritas depende.-

Oscar.-Diciembre 2009.-

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