sábado, 10 de julio de 2010

TEMA: LAS MADRES

Madre, qué palabra más hermosa que conforma el lenguaje del hombre; no puede ser sustituida ni como término determinante ni como instrumento para tantos fines.-
Invariablemente y con el inicio de la vida propiamente dicha, tanto en la humana como en la animal, esta figura está íntimamente ligada para la conformación de ambas especies.-
Cuántas historias nos vienen a la memoria al recordar esta venerable figura.- Hay personajes por decirlo de algún modo, que marcaron a fuego a ese relevante ser.- Obviaré a muchos de ellos para concentrarme en esa esplendorosa mujer que en vida se llamó María.- Ya sabemos de quien se trata.- No nos cansaremos de considerar el histórico rol que le tocó protagonizar.- El caso de esta proverbial figura tiene varias aristas.- Cuán difícil es ubicarla en un momento relevante, en especial de su vida.- Desde el mismo instante que toma conocimiento de tan atípica concepción, en ella se produce un cambio radical que ya no tendrá retorno.- Está llamada desde entonces a cumplir un mandato que no tiene parangón hasta el día de hoy .- Ella no imaginaba antes de semejante acontecimiento esa fascinante e indescriptible historia que sería materialmente imposible volcarlo en escritura alguna.- Es humanamente imposible imaginar siquiera una mezcla de sorpresa, turbación tal vez, honda preocupación, aún desde la concepción de un hijo que jugaría un papel increíblemente fantástico - hasta hoy sin precedentes.- Desde el momento en que ve la luz su hijo, éste sí realmente pródigo, su vida se vio signada por lo que ella habrá supuesto un destino sobre cual no se conoce parangón.- Escapar de una muerte segura como aconteció con los santos inocentes, frente a la actitud demencial de un soberano con reacciones fundamentalistas en la ilusoria procura de acabar con la vida de alguien a quien el siniestro personaje entendía que iba a eclipsar su libertino reinado.- Cuántas madres debieron sufrir por tan abominable decisión.- Ya desde niño, Jesús comienza a preocupar a sus padres.- Cuánto habrá sufrido María, al no encontrarse en su hogar el pequeño; sin embargo eso no fue óbice para dedicarse él a adoctrinar en el Templo a las autoridades de la jerarquía judía, personajes que tiempo después encontrarían en él a un advenedizo que les pondría en serios aprietos a través de una doctrina que ellos entendían como un factor de alteración.-
No alcanzaremos a imaginar cuales serían las preocupaciones de esa abnegada mujer mientras duró el corto pero incansable ministerio de Jesús.- Ni hablar de su inconmensurable dolor al verlo azotado, obligado a cargar con un pesado elemento de tortura, según los autores de aquella época, imposible de trasladar tan solo un pequeño trecho.-
La fase final de Jesús en vida, colgado del madero, atravesado con clavos, las burlas, la flagelación, la traición, la negación de su mejor amigo más la ausencia de sus seguidores y favorecidos, el pequeño instante en que el Maestro derrama algunas lágrimas, debe haber significado para esa madre un calvario, quizás como el de su hijo.-
Qué difícil es suponer el sufrimiento de María.- No tengo dudas que el reconocimiento que de ella hace la humanidad en su permanente veneración, a lo largo y a lo ancho del mundo aún con denominaciones diferentes, no deja duda alguna respecto de la admiración que resulta de un ejemplo de vida sin precedentes.-
Los que en ella confían, muchos por cierto, cifran grandes esperanzas, lo que da la pauta de un incondicional e implícito reconocimiento a su presencia en la vida.-
Con el transcurrir del tiempo, admitimos cada vez más, particularmente aquellos que no tenemos madre, el significado de su existencia.- Cuántas ilusiones se forjan las mujeres en el tiempo sin precio de la gestación.- Solamente pueden determinar con exactitud, las sensaciones que parte de su cuerpo y alma se manifiestan en el día a día.- En su mundo, el ser en formación y solo él puede reconocer la dependencia invalorable que posee en el exclusivo ámbito materno.- Lástima grande que buena parte de los hijos olvidan muy pronto ese indiscutido deber de madre y ese incuestionable rol que esta protagoniza.-
En momentos de reflexión, imaginemos una cantidad de madres expuestas a toda clase de vicisitudes; la perversidad del hombre en afanes demoníacos ha determinado un mar de sufrimientos y por añadidura, de lágrimas, ubicándolas las más de las veces en una situación de no retorno; sin consuelo afrontando con estoicismo la voluntad de Dios con un propósito para cada ser humano.- Ni aún imaginándonos cifras siderales podríamos mensurar tanto dolor.- Independientemente de ello, no debemos olvidar tantas alegrías que las madres han y experimentan en lo atinente a la conducta de los hijos por un lado y de la sociedad por el otro.-
Una extensa gama de tenebrosos acontecimientos jalonaron la existencia de mujeres madres: esclavitud, ajusticiamientos, dominaciones, conductas invasivas de dominios ajenos, violencia callejera, apropiaciones, fracasos matrimoniales, por citar algunos ejemplos.- En fin, una interminable lista de sucesos que llevaron y llevan consigo un dolor interminable, indescriptible.-
Indudablemente, la labor de la mujer madre en su función de nutrir con su simiente al mundo, merece veneración, idolatría, gratitud y, una incondicional defensa de sus innegables atributos.-
Salimos de lo extemporáneo, ingreso al mundo actual abarcando un período de buena cantidad de generaciones.- Sucesos en los cuales aparece una interminable lista de inocentes víctimas, en particular, de la intolerancia demencial de deplorables iconoclastas de dioses mefistofélicos.-
Salimos del rosario de hechos dramáticos.- Casi simultáneamente debemos reflejar las cuotas de alegría que también en significativa medida han afrontado y afrontan generosa cantidad de mujeres madres.- De toda la vida, la parición para este ser inconmensurable, una alegría que solo ellas están en condiciones de experimentar.- Pareciera que el rol de madre que no es un papel de ficción, también se ve manoseado por terceros que entran a formar parte de la familia, desconociendo sin mesura a aquella mujer progenitora de su consorte.- Incluyo tanto a varón como a mujer.- Mujeres hay que en aras de apetencias contranatura no vacilan en poner en riesgo la tranquilidad de sus hijos, involucrándose en aventuras non- sanctas, erigiéndose entonces en cómplices de satánicos aprovechadores que tanto pululan por el mundo movidos por irrefrenables conductas perversas en abierta convivencia con el demonio.-
Hoy día y más allá de verdaderos ejemplos de amor maternal que los hay los hay, es dable comprobar en franco crecimiento el verdadero libertinaje de que son fanáticos admiradores sin escrúpulos de ninguna índole, a muchas madres que reniegan de ese sagrado deber de madre cual el es amamantar a sus hijos, en muchos casos con excesivo celo respecto de la preservación de la turgencia de los específicos sectores del cuerpo, a través de los cuales se produce la succión del elemento alimenticio emergente.- Nota: no es una apreciación personal, se han expresado así ciertas deplorables y energúmenas “damas” del espectáculo.-
Predomina sin dudas el enfermizo afán de mantener aún a tan vil precio, la cuestión estética ¡qué inmoralidad!.-
Otras, permaneciendo fuera de la casa, sin la atención racional que imponen las reglas de la crianza de los hijos, desde pequeños.-
Ambiciosos afanes materiales, aún sin necesidad puntual; independencia respecto de las más mínima elemental obligación que imponen las reglas de la naturaleza.- Vicios de indiscutida prevalencia que en este caso se traducen en actividades de rehabilitación física, por cuestiones de estética; obviamente no terapéuticas.- Puestos los hijos en manos de sus ascendientes directos o indirectos, muchos de ellos gerontes ya, con dolencias físicas y lo más significativo aún, con limitaciones emergentes que a muchos les impiden disfrutar del verdadero jubileo.- Otra conducta censurable por cierto lo constituye el hecho muy en boga, cual es el dejar a hijos pequeños en manos de extraños y, esto es lo más cuestionable, sin un entrenamiento acorde a la tarea les es encomendada.-
Hay una cuestión en el orden maternal que se refiere a la concepción no deseada.-
Este particular tópico, involucra desafortunadamente a mujeres que por factores de distinta naturaleza ingresan al terreno de la cuestión antes mencionada.- Indolencia en todos los órdenes abonan aquel resultado; se trata de un problema cultural que lamentablemente recae sobre las inocentes víctimas que son producto de actividades que van en sentido contrario de sagrados principios de carácter maternal.-
Como consecuencia además, de la resistencia que conlleva una situación comprometedora, aparece un fantasma que hiere los más sagrados principios de lo que la naturaleza dota a la mujer - lo sublime de ser madre.-
Entonces, antes de asumir por diferentes razones, un compromiso de tales características, acuden al expediente de la práctica abortiva, por un lado, y para el caso de haberse concretado el nacimiento de una nueva vida, se desprenden del inocente ser, ya sea mediante su venta, su eliminación física o abandonándolos en la vía pública (casos hubo de aparecer embolsados y depositados en contenedores públicos de residuos).- Afortunadamente, las mamás de tales características son las menos, muchas menos que aquellas que retienen la nueva vida que se gestó en su vientre.-
Pero más allá de las consideraciones que no se adhieren con las leyes de la naturaleza, pareciera y perdóneseme esta comparación; que el reino animal es casi seguro, salvo algunas excepciones, que cuida a su pequeña prole con celo que es realmente admirable.- Quienes son entonces los irracionales, digo?.- Vaya un sincero reconocimiento para aquellas madres, muy en particular las que habitaron la tierra otrora, muy lejos de la actual, con otras costumbres, otros estilos de vida, que por encima de la variable de los tiempos, hicieron un verdadero apostolado de su sagrada obligación de la cual la naturaleza las dotó.-

Oscar - Julio de 2010.-

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