Equivocación u opinión que una
persona tiene por buena cuando en realidad es falsa.
Actuación de una persona que no
obtiene los objetivos previstos o tiene consecuencias negativas para ello.
Crítica:
Arte de juzgar las cualidades y los
defectos de una obra artística o literaria.
Acción de censurar las acciones de
uno o de hacer notar los defectos de una cosa.
Acción de evaluar o juzgar.
Menuda diferencia entre un
significado y otro para un mismo término, propio de la riqueza de nuestro
idioma.
Opino encontrarnos en el primer
caso con un típico ejemplo del sujeto sorprendido en su buena fe.
Es una constante comprobar (a quien
no le habrá pasado) como se ha depositado confianza en alguien, ya sea
conocido, amigo o familiar que ella no haya sido groseramente agredida de una u
otra forma. Sí, ya conocemos todas las artes que tienen la condición de
contaminar veladamente a través de la confianza que su actitud genera.
En síntesis, el sujeto pasa a ser
un objeto que alegremente puede manipularse. La farsa puede durar poco o mucho
tiempo, pero una vez puesta en descubierto se arriba a la conclusión que como
el argot típico dice: se apostaron boletos a un caballo que imaginaron poder
ser generador o como mínimo plácet. Esa ambición no siempre resulta a su favor.
Se equivocaron, azar o vaya a saber qué otra causa.
La realidad está a la vista, pero
lo más grave que es o son como casi todos los jugadores viciosos, compulsivos,
admiten que les va mal por la mala racha, nunca por su mala cabeza.
Retomamos la otra cuestión. El
aporte de perversidad en todos los órdenes, del que son objeto muchos seres
humanos víctimas propiciatorias de tales aprovechadores sin escrúpulos, sin
amor, sin conciencia.
Pero bueno, así están las cosas,
una vez más el solo pensar para sí, conocemos esa debilidad porque he hablado
sobre la cuestión en varias oportunidades. Un ejemplo a modo de cotejo: cuando
la tierra es fértil, naturalmente la semilla germina. Lo dejo ahí, creo que se
entiende.
Las promesas incumplidas tienen lo
suyo. Emerge la mentira, las falsas expectativas quedan en evidencia.
Lamentablemente el arte de engañar forma parte de su personalidad bien
disimulada, ya que los que salen perjudicados, por razones obvias, no saben
reconocer aquello de que la cara es el espejo del alma.
Así les va y así les irá.
El mentor de la mentira, por lo
general tiene como norma justificarse despiadadamente, no reconociendo su
falta, descargando en otros su deleznable conducta.
Incluso lo contamina la soberbia,
el qué me importa, si en todo el mundo el carnaval dura solo cuatro días y algo
más, el corso y las caretas siguen ahí, la fiesta no se terminó, aquellas no se
caen. Para qué retirarlas. El infaltable dejo de soberbia y de ceguera: cuándo
no?
Todo aquel que produce una obra
literaria de cualquier naturaleza, sabe sobradamente que no es sencillo
hacerlo, menos venderlo conforme sus expectativas, obviamente nace con él una
posibilidad cierta de hacerlo. Vemos algunas veces trabajos de niños que
realmente son admirables, lo cierto es que se han animado a llevarlo a cabo,
concretarlo. Es evidente que por su mente y su corazón pasan vivencias que
después las trasladan al escrito, menos mal que alguna prensa los publica con
lo cual quedan estimulados para proseguir.
Transcurridas otras etapas, con
algo más de experiencia y respetando ciertos parámetros, podrán llegar a lograr
lo que en un momento se propusieron. Criaturas: mis felicitaciones. Sigan
adelante ¡
Toca el turno a las expresiones
filosóficas, a las religiosas, a aquellas que de un modo u otro tratan de
estimular al ser humano, de hacer docencia, particularmente a los que orientan
por el camino del bien que conlleva a una sana convivencia en una sociedad
enferma pero no del cuerpo sino del alma. A ellos también mi adhesión y mis
respetos.
En otro orden quiero y debo no
dejar de lado a aquellas monumentales figuras desde antaño hasta hoy.
Verdaderos artistas de la pluma que
supieron y saben plasmar en el papel toda una mezcla de sensaciones, emociones,
sentido común y criterio para concretarlos, capacidad mediante, los hay para
todos los gustos; en mi opinión y para mi apetencia, rescato buena parte. Los
hay creativos, ingeniosos, imaginativos, especialistas en jugar con la
fantasía; en fin una interesante oferta a disposición de los amantes de la
lectura. No pretendo dejar de lado a ninguno de mis preferidos, pero tengo una
particular admiración por la obra cumbre del Cervantes. Aún hoy las ingeniosas
ocurrencias del caballero andante son utilizadas para adornar alguna frase que
escuchamos o utilizamos cada tanto. A través de este trabajo y si el lector me
lo permite, rindo homenaje a mi padre, buen lector, quien de vez en cuando,
citaba alguna ocurrencia de aquél, como así también, las del inefable e
ingenioso escudero. Padre, aún estoy en deuda contigo, he comprado un ejemplar
pero tiene letras pequeñas y me cuesta un poco seguir. Todo autor, corrector
mediante, tiene siempre la ilusión de que sus obras sean las preferidas, pero
por aquello de que sobre gustos no hay nada escrito, algunos trabajos no
escapan a la predilección del lector. De todos modos, solo un torpe o ignorante
del tema, puede censurarlos. Entiendo, en mi carácter de principiante en este
difícil camino, que el escritor pone lo mejor de sí para tratar de imponer su
estilo. Claro, solo prevalecen los menos.
Una aclaración pertinente: creo que
todo aquel que opina o critica, no debe ser despiadado, debe admitir que le
gusta o no. Demostrar en todo caso que es capaz de hacer algo mejor. Difícil
porque lo que haga debe encajar en la aprobación del público.
Para finalizar, lo inherente a la
evaluación y juzgamiento o censura de los defectos de uno o de las cosas.
Es una práctica tan antigua como el
mismo mundo.
Tres tipos de críticas: la constructiva, la destructiva y el juicio
moderado, comentado.
Es muy fácil emitir un juicio. Lo
que realmente importa es su carácter de lo cual sabemos de qué se trata.
Es muy difícil conformar a todos,
lo que importa es que el hecho sometido a juicio no sea un grave daño inferido
a otro.
De todos modos y por regla general,
de cualquier manera siempre aparecerán detractores con su infaltable cuota de
cizaña. Es claro que el que no hace nada, no tiene posibilidad de equivocarse:
a pesar de esto, será evaluado, criticado y o juzgado.
Loas para aquellos que hicieron
cosas de verdadera importancia para el prójimo. Una crítica constructiva para
ellos.
Obviamente y desde siempre, en
todos los órdenes, protagonista principal, el hombre.
OSCAR
Rosario, Pvcia. de Santa Fe.
Argentina, 15.03.2017.
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